Epidemia de rascacielos

Son altas, esbeltas y estéticas. No hablamos de modelos, sino de las construcciones sobre la marcha en la ciudad.

La metrópoli está viviendo un boom impresionante de obras cada vez más cercanas al cielo. En Reforma, Insurgentes, Periférico y Santa Fe ya son casi una constante.

"Nos vemos en la Torre Mayor", "te busco al lado del Starbucks de Reforma 222" o "te encuentro en la Latino a las 6:30", son frases comunes que reflejan la forma en la que estos inmuebles se convierten en referencias urbanas.

Sin embargo, no poner un freno a estas construcciones levanta las preguntas, ¿realmente México está preparado para ser una ciudad de rascacielos? ¿Son símbolos del progreso del país o sólo una competencia arquitectónica por diferenciarse y posicionarse como el edificio más imponente, futurista o sustentable?

A este ritmo, inevitablemente, siempre habrá un nuevo ganador (como la Torre BBVA) que desbanque al anterior (adiós Torre Mayor y tus 225 metros de altura).

La idea de hacer una ciudad compacta es una de las razones por la que hoy en día es tan común la presencia de estas construcciones, explica el arquitecto Manuel Cervantes Céspedes, quien encabeza el despacho CC Arquitectos.

"Las obras recurrentes en Reforma y Santa Fe se dan porque la normatividad incentiva su desarrollo. Son pocos los sitios en el Valle de México que permiten esas grandes alturas", continúa Cervantes.

La competencia continúa. Cada vez hay más torres que se pelean el trono y que, al mismo tiempo, transforman la cara del DF y lo impactan social, urbana y ecológicamente.

¿Bonitas por fuera, funcionales por dentro? ¿Ostentosas, pretenciosas o eficientes? Echemos un ojo a estas nuevas edificaciones y conozcamos la opinión de dos urbanistas que responden: ¿el DF está preparado para ser una urbe de rascacielos al ser una zona lacustre?

¿Podrían estos gigantes soportar un terremoto como el del 85 o caerían como piezas de Jenga a pesar de su modernidad?