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La pederastia en la iglesia católica es un tema controversial por la falta de represalias contra los responsables. Las inquietudes que esto genera han sido representadas en el séptimo arte en diversas ocasiones, como hace unos meses ocurrió con la película mexicana Obediencia perfecta y ahora repercute en el más reciente trabajo de Pablo Larraín, El club.
El director Pablo Larraín (No, 2012) aprovecha su nueva película para sumergirse en un pueblo costero de Chile. Ahí se encuentra una casa habitada por cuatro religiosos y una monja: Padre Silva (Jaime Vadell), Padre Ramírez (Alejandro Sieveking), Padre Ortega (Alejandro Goic), Padre Vidal (Alfredo Castro) y la Hermana Mónica (Antonia Zegers). La rutina y la vida de los inquilinos se complican con la llegada del Padre García (Marcelo Alonso), quien empieza a investigar sobre un horrible suceso.
El club tiene un guión agresivo debido al juego siniestro que manejan los personajes y los tiempos en que se desarrollan, todo sucede cuando menos se espera; los roles y la percepción que se tiene de los protagonistas cambia en cuanto avanza la historia. Cabe mencionar que las actuaciones son vitales para transmitir la tensión de los diálogos.
Por su parte, el guión es acompañado por un trabajo de fotografía aplaudible. Si bien las locaciones se prestan para ser apreciadas con detenimiento, se nota un trabajo de selección en búsqueda de la perfección visual.
Desde Chile nos llega este bombazo sobre la moral y la ética de la Iglesia. ¿Hasta dónde se puede llegar por la salvación eterna y terrenal? ¿Hasta qué punto es capaz de llegar un sacerdote por encubrir su pasado de pederastia?
La película es parte de la 59 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca.