Tres no son suficientes para una infidelidad, por eso en esta obra hay cuatro involucrados. Dos parejas entran en un juego de engaños, traiciones y mentiras. Dos mujeres y dos hombres interactúan y charlan entre ellos ocultando o evidenciando “la verdad”. La de cada uno. La que se impone a todo y a todos.
De las más gratas sorpresas que nos ha dado el teatro mexicano actual es la muy pronta traducción de las obras del celebrado dramaturgo francés Florian Zeller, cuyos textos han sido rotundos éxitos en París, Londres y Nueva York. En nuestro país, la inquietante El Padre tuvo una larga temporada protagonizada con brillo por Ignacio López Tarso, bajo la delicada dirección de Salvador Garcini. Toca el turno a Claudio Sodi de producir un nuevo texto de Zeller: La verdad, uno de los mayores triunfos de la cartelera inglesa en 2016.
Zeller no es un dramaturgo fácil ni ceñido a los cánones de lo comercial; su dramaturgia es compleja y plena de ambigüedades y enigmas. Su teatro bien puede considerarse heredero del teatro del inglés Harold Pinter. De hecho, La verdad evoca a una de las obras más famosas de Pinter: Traición. El enredo amoroso, sexual e intelectual europeo encuentra eco en nuestro teatro y, curiosamente, ha encontrado interés en productores privados como lo es Sodi.
Benjamín Caan, uno de los más solventes realizadores teatrales y televisivos, está al frente de este montaje que protagonizan Eduardo Santamarina y Mayrín Villanueva, pareja bien conocida por sus apariciones en la televisión y que está frente a una prueba de fuego para explayar su talento e imán de público, pero ahora en las tablas. Rodrigo Murray y Gabriela Zas (dos actores constantes) complementan el cuarteto de infieles que desde la elegancia y el misterio provocarán las risas o la incomodidad.