Haciendo honor a su nombre, en el extremo tantito menos mirrey de Tamaulipas, se ubica esta bonita, bien diseñada y nada pretenciosa antojería/pulquería que en palabras de uno de sus creadores “ofrece una experiencia cultural gastronómica”. Efectivamente lo logra, porque a tan solo tres meses de haber abierto sus puertas, ya cuenta con una carta tan variados como los dichos y refranes rotulados en sus paredes.
Si la idea de beber pulque te asusta (sí, ya todos hemos escuchado los terribles mitos urbanos en torno a su preparación) pues para de sufrir porque todo eso, al menos aquí, es mentira y Santiago, el experto encargado de la barra, te puede explicar e incluso enseñar cómo prepara diariamente la amplia variedad de curados que puedes probar en una pequeña taza de peltre. El favorito de la casa: curado de avena. De cualquier forma, si el pulque no es lo tuyo, también puedes probar licores típicos de varias regiones del país, como el Torito de Veracruz, el Mosquito del Estado de México o incluso coctelería con mezcal (la Mezcalita de mango con chamoy es imperdible).
La comida tampoco defrauda, porque además de ofrecer una versión hipster-friendly de muchas de las delicias fritas propias de una antojería o del puesto de la señora de la esquina, también tienen platillos más complejos y exóticamente mexicanos por un precio bastante razonable.
Con espacios como la terraza en su segundo piso, en donde por momentos te sientes más lejos de la Condesa y más cerca de escuchar una canción de Paquita (aunque en las bocinas suene una extraña selección musical que puede incluir tanto a Rihanna como a Héroes del Silencio), La Bonita es una buena opción para sostener una plática entrañable o empezar la noche con un precopeo distinto y aventurero.