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Arte que no harta
A continuación tres piezas de arte que casi nadie valora, quizá porque están a la vista de todo el mundo

Escultura La Osa Mayor, de Mathias Goeritz
Tan desconocida como los vitrales que hizo para la Catedral Metropolitana resulta esta pieza que recuerda a las Torres de Satélite y que fue construida a propósito de los Juegos Olímpicos de 1968. Está afuera del Palacio de los Deportes, en la esquina de Añil y Churubusco, en Iztacalco.

Los murales del Mercado Abelardo L. Rodríguez
En República de Venezuela 72, en el Centro, está el mercado más moderno de la ciudad, al menos así se le consideró en 1934, cuando se inauguró. Destacan los murales que pintaron 10 alumnos de Diego Rivera, cuatro de ellos extranjeros. Recientemente el gobierno local los restauró y, sin embargo, siguen sin ser conocidos por el gran público. Son muy bellos.

La novela La región más transparente, de Carlos Fuentes
Todos la mencionan, pero cada vez menos jóvenes se interesan en esta novela tan esencial a la hora de comprender a los personajes del siglo XX defeño que tanto se parecen a los de ahora, ¿o no?