El señor que vive aquí está harto de que tanta gente toque su timbre para preguntar por el "museo de la chatarra". Él denomina a su casa decorada y en gran medida construida a partir de chatarra con el nombre de "el chatarral". Está harto, pero también le gusta que miren su casa, en la que uno puede entrar si le cae bien. Casi todas las piezas que la decoran están a la venta.
Por qué visitarlo: el síndrome de Diógenes nunca ha dado un mejor resultado en la ciudad.
Detalle imperdible: enfrente está la pulquería La Nueva Roma, recién pintadita, decorosa, pero auténtica.