Muy al sur del DF se encuentra el pueblo de San Miguel Ajusco, una región montañosa en donde el frío se siente aun cuando los rayos del sol chocan directo en el cuerpo. Desde lo alto, la gran ciudad que queda detrás se vuele diminuta. Aquí pervive la tradición de los chinelos.
Eloy Carrillo es mayordomo de la comparsa de chinelos de su comunidad, desde hace siete años. Inició porque su tía lo llevaba a mirarlos en la fiesta patronal y, como la mayoría de los integrantes, se sintió atraído por la música, la vistosidad de los trajes y la oportunidad de celebrar su devoción a partir del baile.
La danza de los chinelos es una tradición originaria de Morelos. Una de las versiones más difundidas asegura que en 1870, los pobladores de Tlayacapan salieron a protestar con bailes y disfraces debido a que los españoles adinerados del lugar no los incluían en las fiestas organizadas antes de la cuaresma. El afán de los chinelos era ridiculizarlos.
Con un ambiente de carnaval, la comparsa de chinelos de San Miguel Ajusco sale dos veces al año, el 8 de mayo y el 29 de septiembre, durante el par de celebraciones que la comunidad ofrece a San Miguel Arcángel, el santo patrono. La jornada de baile dura 12 horas pero Eloy afirma que a pesar del desgaste físico siempre se disfruta.
Aunque la tradición continúa, el diseño de los trajes ha cambiado. Consiste en un sombrero de forma cónica invertida adornado con plumas y focos. Usan máscaras con barbas y chapitas. El traje es de terciopelo negro pero el color puede variar. El chiste es llamar la atención. Las figuras de chaquira y lentejuela también los adornan. Algunos son más tradicionales y agregan imágenes de santos, pero hay quienes les ponen mujeres, calacas, motivos prehispánicos y otros personajes. El traje de Eloy tiene un ángel, un Taz y un Bugs Bunny.
En su papel, junto con otros cinco compañeros que integran la mayordomía, Eloy tiene la función de organizar a los 150 chinelos de la comparsa: mujeres, hombres y niños. También debe conseguir el dinero para pagar la banda que ejecutará los sones de cada presentación y, además, le toca procurar la asistencia (la comida) para todos. Es una responsabilidad de cooperación comunitaria.
Cuando la comparsa baila se forma un círculo y uno de los chinelos que más tiempo lleva en el grupo es el que puntea, el que dirige a los demás. Poseen la libertad de moverse, saltar y seguir el ritmo de la música. A Eloy le gusta girar, así tratar de contagiar su alegría.
Agradecimiento especial a Guadalupe García.