1. Foto: Marianela Trueba
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Entrevista con Carlos Phillips

El Anahuacalli fue el gran proyecto de Diego Rivera. Platicamos con el director del museo sobre la trayectoria de este espacio

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Foto: Marianela Trueba

Aunque no lo vio terminado en vida, el Anahuacalli fue el gran proyecto de Diego Rivera. Quería donar a México un museo con la colección de piezas prehispánicas que reunió durante su vida. El recinto fue construido con piedra volcánica, tomada del mismo terreno, y hace referencia a un teocalli (casa de energía). Platicamos con Carlos Phillips, director del museo, sobre los 50 años del Museo Diego Rivera Anahuacalli

¿Por qué el mural de El hombre en la encrucijada es el elegido para festejar el 50 aniversario del museo?
Diego Rivera estableció que lo que está en cada una de las propiedades se debe quedar ahí, no puede salir. Dentro de las cosas que había guardadas en el Anahuacalli estaban estos bocetos de los murales. Estuvieron a punto de ser destruidos, porque con el tiempo fueron sufriendo desgaste, algunos son en tinta y guache, otros en tela.

¿Qué es lo que hace especial a este museo?
Uno, es la única pirámide del siglo XX. Dos, el interés de Diego Rivera de diseñar un inmueble que tuviera la influencia de donde originalmente estaban las piezas prehispánicas. Diego reconstruye un ambiente natural para las piezas. Está orientado conforme a la filosofía y pensamiento prehispánico y así está montada cada pieza en salas.

¿Consideras que este museo fue el gran proyecto de Rivera?
Fue su gran herencia al pueblo de México, además del Museo Frida Kahlo. Es lo que Diego dejó mediante un fideicomiso. En la entrada [del Anahuacalli] hay una frase suya; dice que deja esta colección y la regresa al lugar y propiedad que originalmente tenía. Esa es la base del museo: la colección prehispánica regresa a su origen.

¿Cuántas piezas conforman la colección?
Tenemos una riqueza enorme. En el inventario, hay 55 mil piezas y sólo se exhiben alrededor de 2 a 3 mil.

Cuéntenos más sobre los bocetos del mural para el Rockefeller.
Diego hace los primeros bocetos, para la familia Rockefeller, con la idea del Hombre en el cruce de los caminos. Son los años 30, cuando comienza toda la tecnología que ahora ya es anticuada. Se comenzaba a hablar de la fuerza atómica, la investigación médica y biológica... Era una idea maravillosa y muy anticipada a su época, pero Diego, en uno de los bocetos, le explica a la familia que una de las figuras principales que va a poner sobre el cambio político es Lenin. Le mandaron una carta en la que le decían: "Esta es la capital del capitalismo y no concuerda con la ideología de este edificio".

La historia, porque hay muchas versiones, es que Diego pone a Lincoln y a cuatro activistas socialistas de Norteamérica. Al mismo tiempo, en una escena pone al viejo Rockefeller, un hombre muy conservador que no bebía ni bailaba- en una mesa mientras tomaba martinis con mujeres bailando alrededor. Básicamente puso al Papa en el infierno. La familia dijo que no. Le liquidaron su contrato, taparon el mural y años después lo destruyeron. Luego contrataron a otro que pintó una cosa totalmente opuesta a la visión que Diego tenía en esa época.

¿Qué otras cosas se verán en esta exposición?
Cartas de lo que se cruzó por razón de los murales, cuyos bocetos quedaron maravillosamente restaurados. Por lo que hay que agradecer al Bank of America por apoyarnos económicamente para restaurar. Habrá bocetos de otros murales también.

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