Gabriel de la Mora
Alejandra Carbajal

Entrevista con el artista Gabriel de la Mora

Uno de los artistas principales de Zona Maco nos platica sobre su obra

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Podría ser arquitecto, pintor, escultor o dibujante, pero afortunadamente optó por nada y todo a la vez. Es un creador que no se limita a las reglas y técnicas establecidas de producción artística. No es casualidad que haya estado presente en Zona Maco en sus 10 ediciones.

¿Recuerdas la primera vez que tomaste conciencia de tu interés por el arte?
Antes de hablar o escribir, dibujé. La primera vez que escribí, a los cuatro años, lo hice al revés. A los 18 años decidí retomarlo en mis notas personales y en mi firma. Creo que ese fue de alguna forma el inicio.

Sin embargo, optaste primero por estudiar arquitectura.
Tenía la idea errónea de que me iba a morir de hambre siendo artista. Pensaba al arte como intuición o inspiración. Me decía: no soy bohemio, yo soy disciplinado y estructurado. Por eso decidí la arquitectura. Ejercí cinco años, pero siempre llevé el arte a la arquitectura. Hasta que me fui a Nueva York y di el giro.

¿Cómo estructuraste el puente entre arte y arquitectura?
Cuando diseñaba, desechaba todo lo establecido: la puerta no podía ser ninguna de las que ya conocía. Partía de cuestionar y definir desde qué es una puerta, para ir a la esencia del elemento.

Empezaste a crear con otros materiales, como pelo.
En febrero de 1994 empecé un retrato con pelo, que fue lo que me puso en el panorama. Empezó como una pieza, luego fue una serie y ahora es una técnica. En 2006 hice lo de papeles quemados. Me encantó hacer una obra donde no existe el total control del artista, utilizando papel y fuego. Al quemarlo, el papel pasa del blanco y una forma plana a una forma irregular y negra. Algo tan efímero como quemar un papel se puede convertir en eterno. Así defino el arte, como la energía: algo que no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Una máxima se aplica a todos tus proyectos.
Por ejemplo, con los plafones de tela de casas antiguas. Antes de que los tiren a la basura los compro o me las donan. Luego se restauran y pasan de una forma horizontal a una vertical. Entonces se convierte en una pintura que el artista no pintó. Un deshecho se convierte en una pieza.

¿Qué exhibirás en Zona Maco?
Estoy trabajando en una serie con cascarones de huevo, un objeto que siempre me ha llamado la atención por su forma curva y por ser protección para un ser vivo que nace y, en ese momento, se rompe y desecha. Me llama la atención romper el cascarón en fragmentos, cada uno es irrepetible. A lo lejos, ves un cuadro blanco, que es como el minimalismo más puro de la pintura, y cuando te acercas descubres que ese cuadro blanco son 32 mil 148 fragmentos de cascarón de huevo pegados sin dejar espacios.

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