Marina Abramovic
Foto: Cortesía Marina Abramovic: la artista está presente

Entrevista con Marina Abramovic

Platicamos con esta figura del performance sobre el documental Marina Abramovic: la artista está presente, que se presentará el 2 de diciembre en Sala de Arte Cinépolis

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Vestida con un traje oscuro, Marina Abramovic, de 65 años, no se parece mucho a la artista de su atrevido performance conocido por ir desnuda o, incluso, como la eclesiástica diva de resistencia en su retrospectiva de 2010 en el MoMA (Museo de Arte Moderno, en Nueva York). Esa presentación, que la puso en el mapa cultural, es captada en un nuevo documental del director Matthew Akers, Marina Abramovic: la artista está presente. Se sentó todos los días durante tres meses, cautivada en una especie de concurso en el que miraba a los visitantes del museo, algunos de ellos rompieron en lágrimas, esto después de esperar en la fila durante horas.

La película no explica tanto esta reacción, sino que resalta su contexto que incluye el inicio de la carrera de Abramovic, así como su colaboración durante 12 años con el artista alemán Ulay, cuya presencia domina un tercio de la película. Su vida y su trabajo en conjunto, vagando por Europa en una furgoneta hippie durante cinco años, que terminó en un épico performance en la Muralla China, funciona como el punto de apoyo del documental y del asombroso ascenso de Abramovic al estrellato.

¿Cómo te sientes sobre el documental?
Lloré y no quiero hacerlo más.

Llorar parece una respuesta común para ti y tu trabajo.
Como sabes, ganamos el premio en el Festival de Cine de Berlín. Estaba impresionada. Fue como si todos los alemanes lloraran.

¿Por qué la gente parece estar involucrada de forma apasionada con tu trabajo?
No lo sé. En los tres meses (en el performance del MoMA), 72 personas se sentaron más de 12 veces, lo que significa que esperaron toda la noche. Es una cantidad enorme de energía gastada por ellos. Se convirtieron en un grupo que se encontraba cada mes y cenaban juntos. Los vigilantes del museo iban a su casa y regresaban a formarse en su tiempo libre. Estos grupos diferentes, con trabajos y conocimientos previos diversos, eran unificados por esta experiencia.

Tus padres fueron héroes yugoslavos durante la Segunda Guerra Mundial, leí en alguna parte que tenías otro familiar que era patriarca de la Iglesia Ortodoxa Serbia.
¡Fue un santo también! Tengo una mezcla extraña.

Es demasiado para vivir con ello.
Cuando era niña me rebelé mucho, pero hablando ahora, estoy muy agradecida de tener una familia así, porque para ello, la persona nunca fue significativa, sino la causa, por la que sacrificabas la vida, por los grandes temas. Esa fue la educación, la disciplina que me pusieron en mi niñez. Siempre he tenido este ideal de heroísmo.

En algún punto de la película, el curador del MoMA, Klaus Biesenbach, dijo: "Marina siempre está en un performance", ¿es cierto?
No lo es. Para mí, el performance es un terreno santo. Cuando hago uno, me meto en un estado diferente de conciencia. Como ahora que hablamos, no creo que esté haciendo un performance, sólo estoy hablando. Para crear situaciones en las que pueda hacer este tipo de ejercicio necesito una enorme infraestructura. Cuando llega el momento del performance, corto todo afuera de mi vida. No hay internet ni llamadas telefónicas.

Eres una artista de performance, tanto sola como con tu compañero Ulay, por décadas sin ninguna audiencia a la que le hablaran. De pronto, de la noche a la mañana, te convertiste en una figura mundial. ¿Cómo te afectó esto?
No me cambió. El éxito viene lentamente, lo que es bueno, porque si llega cuando tienes 25, estás jodido. Woody Allen tiene una trayectoria maravillosa: "Hoy soy una estrella, ¿qué seré mañana? ¿Un hoyo negro?". Es muy importante saberlo, que tienes el momento y luego lo pierdes. Tienes que ver tus oportunidades, tomarlas e, incluso, notar cuando no las tienes.

Hay una parte del documental en el que Ulay se describe como flojo, ¿lo es?
Es verdad. No quería tomar riesgos como yo lo hice, eso fue muy difícil cuando nos separamos. No tenía nada. Él me dijo: "Oh, sólo vas a aguantar tres o cuatro semanas, después vas a regresar con tu mamá a la antigua Yugoslavia".

¿Realmente te dijo eso?
Sí, entonces reinventé todo. Fue difícil. Las personas no entienden cuánto trabajo hay detrás de todo. Así que, sí, alcancé el éxito, pero no tengo tiempo de pensar en ello, porque me levanto en la mañana y trabajo todo el día. Es lo que hago.

En el documental, tienes un gran término para el éxito y su efecto secundario, pero dices que incluso lo amas.
No oculto mis contradicciones. No estoy mostrándome a mí misma como una especie de monje santo, porque no lo soy. Soy performancera y una vanidosa a quien le encantan las cosas bonitas y las revistas de moda. Todas estas diferencias son paralelas y van juntas. Cada uno de nosotros tiene diferentes personalidades. Es la naturaleza humana.

En otro punto del filme, Ulay te pregunta: "¿Eres la diva del performance artístico o la abuela?". Nunca le respondes. ¿Cuál eres?
Ninguna. Soy una guerrera del performance.

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