Después de algunos meses en el extranjero, la fotógrafa Flor Garduño decidió empezar el año en su país natal.
En esta muestra se exhiben 30 años de carrera: un trabajo en blanco y negro que da cuenta de un universo dedicado a la naturaleza, los animales y los campesinos; temas preferidos de quien, a los cinco años se fue a vivir a una granja. “Definitivamente ese entorno definió mi manera de mirar la naturaleza y las cosas”, explica.
La mujer y el desnudo también ocupan un lugar importante en su obra. Flor nos comenta que son autoproyecciones, un sueño sobre cómo le gustaría que la fotografiaran. Pero más allá de esa esfera onírica, introduce una parte de “realismo fantástico”, un universo creativo que formó su identidad como artista y es producto de la influencia que en su obra ejerciera Manuel Álvarez Bravo, con quien trabajó dos años y medio como asistente de laboratorio.
Durante ese aprendizaje, la artista también se ejercitó en los procesos de revelado, como el platino. Esta técnica –de inicios del siglo XX– permite que los químicos se absorban directamente en la fibra y no en la superficie, ofreciendo mayor detalle y mejor conservación.
Esa es la verdadera singularidad de la retrospectiva, pues es la primera vez que expone sus platinos.