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Todos hemos ido alguna vez a la Cineteca o a visitar a nuestro amigo que trabaja en el IMER o a casa de una tía en Xoco, y lamentablemente pasamos de largo esta iglesia bonita a la que le llega su fiestecita cada 20 de enero. Vale la pena ir, hartarse de pan de pueblo, comerse unos esquites y preguntarle al párroco qué onda con esos cuadros del XVII arrumbados en la sacristía y que piden a gritos una restauración (¿habrá entre los lectores algún restaurador que quiera echar una manita?).