Una gigantesca araña de bronce, acero y mármol de nueve metros de altura apareció el 28 de noviembre afuera del Palacio de Bellas Artes, despertando la curiosidad de los transeúntes. Desde ese día, la gente le toma fotografías para Instagram, tal vez sin saber que esta araña es una metáfora de la mamá –tejedora y protectora– de la artista francoestadounidense Louise Bourgeois.
Bellas Artes resguarda una retrospectiva con 75 piezas de esta artista contemporánea que en algún momento fue relacionada con el surrealismo por la carga psicoanalítica, edípica y sexual predominante en su obra.
La exposición, curada por Philip Larratt-Smith, muestra autorretratos elaborados con ropa de la artista colgando de postes o huesos, cabezas azules de tela suspendidas boca abajo que remiten a su familia, celdas de metal que enjaulan vestidos como símbolo de tristeza y depresión, y una gran araña (su madre) que protege una jaula (su casa) cubierta por pedazos de tapiz (sus padres eran tapiceros).
También se exhiben piezas monolíticas y esculturas híbridas de yeso, bronce, látex y caucho con connotaciones sexuales que mezclan falos, vaginas y senos.
La obra está impregnada de su infancia, del abandono de su padre y de la muerte de su madre, de quien nunca se pudo cortar el cordón umbilical, como se aprecia en sus últimos trabajos: esculturas de hilo o tela con figuras de vientres, mujeres o matrices que realizó después de los 80 años mientras escuchaba canciones de cuna.
La vida, recuerdos y estados de ánimo de la artista, fallecida en 2010 a los 99 años, se develan poco a poco hasta descubrir lo más íntimo de su psique.