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[title]El coronel Montejo nos cuenta esta historia. La División del Norte avanza hacia Zacatecas, 60 trenes y 4 mil hombres a caballo. Al frente el propio Montejo.
Los esperan la tropas de Luis Medina Barrón, dos batallones con mil 800 soldados que no valen gran cosa. Están por llegar Benjamín Argumedo –quien entraba a combate con la boca amarrada con un paliacate, pues tenía miedo de que si moría, se le metieran las moscas–, la avanzada del general Olea y la de Pascual Orozco, enemigo mortal de Villa. Son superiores pero no por el número de efectivos, sino por el terreno donde se asienta la ciudad, una cañada dominada por cerros fortificados con artillería de 75 y 80 milímetros, alambre de púas, reductos de piedras y trincheras.
La División del Norte, la del Centro, Urbina y el general Felipe Ángeles establecen un cerco. En total, 19 mil 500 hombres en torno a Zacatecas. La tarde del 22 de junio llega Villa. Solo, sin escolta, habla con Urbina. Luego con Ángeles, revisa el plan. Ordena que se muevan algunas piezas de artillería. Decide que la batalla inicie al día siguiente, a las 10 de la mañana del hoy mítico 23 de junio de 1914.
Si bien en Torreón se jugó el destino de la revolución, la toma villista de Zacatecas se llevaría la gloria. Se cantarían corridos y filmarían películas. Al final, la ciudad de convierte en un panteón con miles de cuerpos. Villa ordena ley seca, prohíbe el saqueo y manda buscar a los mandos federales que se habían escondido.
Montejo quiere quitarse el olor a muerte y se emborracha. Un dorado le reclama y como respuesta recibe un mortal balazo. Villa lo manda fusilar. Como última voluntad, le manda un mensaje que habría sido su salvación si Villa lo hubiera escuchado antes.
Mezcla entre ficción y realidad, imagina ahora esta historia ilustrada con grabados y dibujos de Eko, y un final sorprendente y divertido. Un libro que atrapa y se puede leer una y otra vez, o sólo admirar y admirar.
Pancho Villa toma Zacatecas
Paco Ignacio Taibo II y Eko
Sexto Piso, 2013