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¿Por qué habré puesto que el consumo promedio es de 100 pesos? Para que te animes a gastártelos en dos o tres tazas de café espresso, un pancito y una buena propina. Si te sobra, úsalo para el taxi de regreso. No dejes de tomarle una foto a la foto que hay en el espejo, en la cual aparecen dos clientes del Café Río: el ingeniero Slim y el expresidente español Felipe González. Se trata de una cafetería chiquita, que suele pasar inadvertida para todo el mundo, pero cuando uno entra, te transportas a otro tiempo, por más trillada que suene esta frase. El café es fuerte. Las mesitas encantadoras y los parroquianos silenciosos (así que nada de citar aquí a tu ex o a tus papás).
Ya habían abierto una sucursal de la mítica cafetería jarocha (¡con más de 200 años!) en Insurgentes Sur, pero una sucursal en el centro de la ciudad supone un acontecimiento más especial. Lo confirman las filas de gente que quieren entrar por la mañana, tarde y noche, de lunes a lunes, todo el tiempo, para probar un lechero con una bomba (concha con mantequilla) como si estuvieran en pleno malecón veracruzano. Los nostálgicos notarán que esta cafetería se localiza en el mismo lugar donde por años y años estuvo el famoso Bar León.
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Uno de mis favoritos. Está enfrente del Museo de la Ciudad de México. La plaza es una de las más bonitas del primer cuadro y la casa es una de las más interesantes por sus años en pie y de las pocas del siglo XVI que quedan en el DF. En el piso de abajo hay un pianista en ocasiones y arriba se comen las comidas corridas, que no son baratas pero tampoco carísimas ni mucho menos malas. Los postres destacan. El sonido de los pajaritos, encantador. Ideal para celebrar un cumpleaños. A un ladito venden tacos de guisado que no recomiendo desdeñar.
Puedes entrar por Luis González Obregón 23. Bueno, si te dejan entrar, pues sólo se permite el acceso cuando hay conferencias o si vas a la biblioteca. También existe la posibilidad de que algún día te inviten a pertenecer al Colegio Nacional, como acaba de pasarle a Juan Villoro, que será recibido en abril. El lugar es hermoso, la arquitectura combina bien lo colonial con lo contemporáneo (especialmente en el auditorio), hay una librería valiosa y el claustro hace recordar al convento que estuvo aquí y cuya iglesia bellísima permanece a un lado: la de La Enseñanza.
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