Piedra del Sol (Calendario Azteca)


Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura en basalto |
Museo Nacional de Antropología (Sala Mexica) |
Plaza Mayor (Zócalo) de la Ciudad de México (1790) |
Fue en el hoy lejano 1325 que se fundó Tenochtitlan, muchos creen justamente en lo que hoy llamamos julio. Y para honrar este hecho que definió nuestra historia nos metimos a investigar sobre el arte mexica y cómo iba más allá de embellecer el entorno, sino que era el reflejo tangible de una cosmovisión compleja, profundamente ritual y ligada al poder. Cada escultura, vasija o joya hablaba de sus dioses, sus calendarios, sus batallas y su relación con la muerte y la tierra.
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La escultura monumental fue una de las expresiones más impactantes del arte mexica. Talladas en bloques de basalto o andesita, las imágenes de deidades como Coatlicue, Coyolxauhqui o Tlaltecuhtli impresionan por su escala, detalle y fuerza simbólica. Estas obras eran más que decoración: funcionaban como ejes sagrados del universo, marcadores rituales y soportes de ofrendas. La Piedra del Sol, por ejemplo, no era un simple calendario: era un mapa cósmico del tiempo y el sacrificio.
Junto a las esculturas, sobresale también la cerámica ceremonial, como los cuauhxicalli —vasijas esculpidas con forma de jaguar o águila—, usadas para contener corazones humanos durante los rituales. Estas piezas, ricamente decoradas y con funciones específicas dentro del ciclo de sacrificios, muestran una técnica refinada y un simbolismo feroz. También se han recuperado pinceles, pigmentos y paletas de pintor, testimonio de una tradición pictórica viva, que decoraba muros, códices y estatuas.
Aunque gran parte destruida por los conquistadores, deja rastro en los discos, narigueras y pectorales que aún se conservan. Trabajada en oro, cobre y turquesa, esta práctica era exclusiva de la nobleza y tenía una fuerte carga religiosa. Las joyas no solo mostraban rango, también vinculaban al portador con los dioses solares o telúricos.
En el arte mexica no hay separación entre lo bello y lo sagrado. Cada obra era al mismo tiempo objeto estético y herramienta del ritual. En su forma de crear, los mexicas entendían que el arte no solo debía perdurar: debía vivir en la ceremonia, en el templo, en el sacrificio. Visitar sus piezas hoy, en los museos de la capital, es asomarse a una civilización donde el arte era también lenguaje del cosmos.
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura en basalto |
Museo Nacional de Antropología (Sala Mexica) |
Plaza Mayor (Zócalo) de la Ciudad de México (1790) |
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura en andesita |
Museo Nacional de Antropología (Sala Mexica) |
Plaza Principal (Zócalo), CDMX (1790) |
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura-relieve de cantera |
Museo del Templo Mayor |
Templo Mayor de Tenochtitlan (CDMX) (1978) |
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Vasija escultórica de basalto policromado |
Museo Nacional de Antropología (Sala Mexica) |
Palacio del Marqués del Apartado, CDMX (1901) |
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura en andesita |
Museo Nacional de Antropología (Sala Mexica) |
Plaza Mayor (Zócalo), CDMX (1791) |
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura-relieve de andesita policroma |
Museo del Templo Mayor |
Casa de las Ajaracas (Zócalo de CDMX) (2006) |
Tipo de arte |
Museo actual |
Lugar original de hallazgo |
Escultura en cantera |
Museo Nacional de Antropología (Sala Mexica) |
Convento de la Concepción, CDMX (cercano al Templo Mayor) (1830) |
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