Bang Bang (CERRADO)

  • Bares y cantinas
  • Roma
  • precio 3 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

No es un speakeasy, tampoco un espacio que pretenda ser para todos. De manera muy natural, desde el diseño del bar hasta la carta de bebidas, Bang Bang se perfila para las personas complicadas y exigentes que buscan experiencias que marquen una ruptura en la cotidianidad.

Entrar es darle cabida a la locura y entre más tiempo permaneces, ésta se vuelve embriagante. Justo como lo pudo haber sentido Jack Torrance (Jack Nicholson) en la película El Resplandor (1980), con cada coctel te dejas llevar un poco más. En un homenaje al séptimo arte del director Stanley Kubrick, cada rincón es un manifiesto de creatividad regulado por la iluminación atenuada, o exaltada, en donde se pretendió ponerle un tilde a la ambientación. Bajo las mesas está el piso con el mismo diseño de aquel hotel sede de fenómenos sobrenaturales imaginado por Stephen King y un cuadro con la fotografía de una astronauta de los años sesenta.

La visión futurista que tuvo Kubrick en 1968 con la película 2001: Odisea en el espacio y el amor por lo retro está en la sala de fumadores. Aislada por una puerta automática, este cuarto te lleva a la escena final de la película en donde te puedes convertir en el navegante espacial y fumar un cigarro recostado en la cama, deslumbrado por las potentes luces del piso y las paredes blancas que en conjunto obligan a los pensamientos abstractos a manifestarse. Este espacio es el mejor del bar, visible desde cualquier punto gracias a las ventanas y una manera muy desfachatada de avisar que aún hay muchos fumadores en la CDMX y que también merecen un espacio afinado con el concepto del establecimiento. Si no fumas descuida, es un área aislada y bien ventilada.

El breve descanso de la ciencia ficción viene en la barra, en donde el barman argentino Martín Arvallo trabaja lo suyo. Arvallo diseñó los espacios de Bang Bang, además de una carta de coctelería que pone en un pedestal a la mixología clásica. Para quienes toman directo hay decenas de ginebras y de vodkas, helados por un refrigerador a plena vista. También están los whiskys japoneses y los rones cubanos y panameños; como un ron Abuelo 7 de Panamá, dulce y fuerte para el paladar, la medicina perfecta para clausurar una semana pesada. La sección de cocteles parte desde la noción de antaño que cuida la esencia de la base del trago.

Entre los mejores cocteles de Bang Bang, mi favorito es el windi. Después de beberlo deja cuentas claras de ser el rey de los gin tonic. Está elaborado con ginebra española Wint y se mezcla con agua tónica –completamente natural– de la misma destilería. Es seco y exquisitamente amargo, muy potente aunque no esperes la misma astringencia de un gin tonic normal, no es cualquier agua tónica la que lo diluye. La casa recomienda un gala que parece una escena elegante de hielo tintada con sangre por las zarzamoras y el licor de cassis; olvídate del exceso de azúcar pues las bases son sake y prosecco, ambos secos. Así hay otros cocteles con licor de mandarina, mezcal, tequila y chartreuse; se antoja pasar diario a probar uno diferente.

El menú de alimentos acompaña bien a la carta de bebidas con combinaciones potentes; se leen las patatas odisea preparadas bravas; croquetas de jamón serrano; queso brie con panko o unas palomitas de atún en tempura con salsa tártara. La música une el pasado con el futuro en una tornamesa que parece de los setenta aunque con botones que ya se indican con luces, es para mezclar con vinilos.  

Este bar deja la fina sensación de atasque a los sentidos, surreal y placentero; aunque al final de la experiencia no saldrás como un sociópata al estilo Naranja Mecánica (1971) de Stanley Kubrick, sino fascinado por el juego sensorial que lograron en Bang Bang. Siempre es mejor tomar lugar en la barra en donde serás atendido por Arvallo o su equipo, de pronto en las mesas el servicio puede retrasarse en noches de casa llena.

No es que lo de antes sea mejor que lo actual, pero sin duda el alma de lo retro va madurando como el vino en lugares como este. 

Escrito por
Bernardo Robredo

Detalles

Dirección
Álvaro Obregón 153
Roma
México, DF
06700
Contacto
5533 4845
Transporte
Metrobús Álvaro Obregón
Precio
Consumo promedio por persona $500
Horas de apertura
Mar-sáb 7pm-2am
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