“Pasamos de una imagen donde el tequila se tomaba con sal y limón, en shots y para emborracharse, a comunicar que estamos frente a un destilado de alta calidad, al nivel de un whisky o un cognac”, afirma Jesús Susunaga, Maestro Tequilero en Casa San Nicolás, donde se elabora Tequila Espolón.
Con más de 15 años de experiencia en la industria de los destilados —incluyendo ron, vodka y vermut— Susunaga lidera hoy uno de los proyectos más ambiciosos dentro del segmento premium: consolidar a Espolón como un tequila mexicano de reconocimiento global, sin perder sus raíces artesanales ni su conexión con la historia nacional.
Una marca con carácter: Tequila Espolón
Espolón nació del sueño del maestro Cirilo Oropeza, quien buscaba crear un tequila del que pudiera sentirse verdaderamente orgulloso. Cirilo decidió reinterpretar la tradición para llevarla “en nuevas y emocionantes direcciones”. Su legado continúa hoy bajo la dirección técnica de Jesús, en la destilería Casa San Nicolás, ubicada en los Altos de Jalisco, cuna del mejor agave azul Weber.
El tequila de Espolón se elabora con un proceso meticuloso: cocción lenta de las piñas, fermentación con levaduras seleccionadas —acompañada de música clásica, como lo hacía Cirilo— y una combinación de destilación en columna y en alambique. A esto se suma el añejamiento en barricas pequeñas nuevas de roble americano. Y por si fuera poco, están por lanzar un nuevo producto que va a utilizar referencias a otras bebidas.
Premiumización, educación y responsabilidad cultural
“Espolón se concibió desde el inicio como un tequila de calidad premium accesible. Esa fue la visión del maestro Cirilo, y es lo que seguimos trabajando en Casa San Nicolás”, afirma Jesús. Hoy, Espolón ocupa el tercer lugar a nivel mundial entre los tequilas premium por volumen y valor, y es el segundo que más ha crecido en la última década.
Este posicionamiento no ha sido casual: “Hemos trabajado mucho en elevar la calidad del producto y en formar a los bartenders, que son quienes están en la primera línea frente al consumidor”, explica. La educación al consumidor ha sido clave para cambiar la percepción del tequila, que ahora se reconoce por su versatilidad y complejidad, tanto para degustarse solo como en coctelería.
Jesús también destaca la importancia de formar a nuevas generaciones: “Lo más importante es la pasión. […] Siempre les digo lo mismo: estamos creando un producto que representa a México. […] Eso conlleva una responsabilidad, pero también un orgullo enorme.”
De la tradición a la innovación
Aunque las normas del tequila limitan ciertas modificaciones, Jesús ha sabido encontrar espacio para la creatividad. No lo dice en forma literal, pero su experiencia trabajando con otros destilados —como vermut o ron— le ha permitido traer técnicas que enriquecen el perfil del tequila: “El marco legal del tequila es muy específico, no te permite moverte demasiado. Pero cuando tienes referencias de otras categorías, puedes encontrar formas creativas de ofrecer un producto que cumpla con la regulación y, al mismo tiempo, sorprenda al consumidor.”
Un tequila con identidad mexicana
Además de su sabor y proceso, Espolón destaca por su identidad visual. Las etiquetas, inspiradas en la obra de José Guadalupe Posada, rinden homenaje a los luchadores de la independencia mexicana y al imaginario popular. Su emblema, el gallo Ramón, representa el orgullo nacional, el coraje y la rebeldía.
Jesús Susunaga no solo lidera la producción de uno de los tequilas más destacados del mundo; también representa una nueva generación de tequileros que entiende que tradición y modernidad pueden convivir en una misma botella.
“Cuando amas lo que haces, ya no se siente como trabajo”, dice. Y en cada copa de Espolón, se percibe ese mismo compromiso: con el agave, con la historia y con el futuro del tequila mexicano.