Retrospectiva José Celestino Campusano en Distrital
Foto: Cortesía Distrital

Entrevista con José Celestino Campusano

Platicamos con el artista argentino sobre cine comunitario, industria y festivales

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Lumpen, marginalidad y anarquía: tres palabras con las que José Celestino Campusano se describe a sí mismo y que podrían describir con gran exactitud a su filmografía. El cineasta originario de Quilmes, Argentina, es parte de Distrital Formación, la primera etapa de Distrital.

"Lo que cuenta Placer y martirio es algo bastante oscuro y bastante sutil. Cuenta un aspecto fantasmal y vampírico de las personas. Yo lo he vivido y yo lo he ejercido. Con las mujeres con las que he estado, sí, soy un tirano". Campusano habla sobre su cinta más reciente, en la que aborda la historia de Delfina, una mujer bonaerense de clase media-alta, que se involucra en un amorío con Kamil, un hombre de finanzas. Los personajes, que en una primera lectura parecen estereotípicos, se desnudan mientras la cinta avanza y sus vidas van cambiando de rumbo, mostrando sus distintos ángulos y matices.

Más cercano a la estética del videohome que a la de Hollywood, la composición de las películas de Campusano tiene una explicación muy sencilla: a este cineasta no le interesa la pulcritud del artificio. Quien busque en su filmografía actuaciones y escenarios prolijos puede dejar de hacerlo, ya que no va por esa línea. 

En su lugar ofrece cintas en las que involucra historias reales y actores no profesionales, usualmente personas allegadas a los protagonistas reales. Los personajes visten sus ropas diarias, comen sus alimentos habituales e intentan moverse a cuadro de la misma manera que lo hacen en su día a día. El resultado son cintas honestas, filmadas casi siempre en las villas o zonas marginales de Argentina, en las que la precariedad no se muestra como registro antropológico o bajo una falsa luz de compasión, sino como la condición cotidiana del sector que habitan.

¿Cómo desarrollas el proceso de realización de una cinta a partir del momento en el que decides contar una historia?
El proceso es una de las partes más interesantes. Creo mucho en filmar dramas con discurso autocrítico. Si no, con estas herramientas, podés caer en cuestiones costumbristas, que es una alternativa que no me inspira. Porque los dramas son depurativos y me interesa que se ponga en crisis lo que uno fue en relación a lo que uno debe ser. 

¿Por qué cambiar de ambiente en Placer y martirio, que se desenvuelve en la clase media de Buenos Aires a diferencia de tus cintas anteriores, que tienen por escenario las zonas marginales?
Nosotros somos muy proclives a filmar en las periferias y demás, pero yo creo que nuestra productora, Cinebruto, estaría discriminando si incidimos siempre en los mismos tópicos. Aparte hay una cuestión muy peligrosa, que tiene que ver con la repetición. Es un lugar cómodo hacerte referente en esa área, pero en definitiva el mundo es de una gran vastedad y todo sucede a una velocidad que quedarse quieto es un suicidio artístico.  Entonces yo creo que, en realidad, la diferencia entre Placer y martirio (2015) y las cintas que vienen es mayor a la que hay con Vikingo (2009). ¿Por qué? Por qué hay muchos estratos. Al menos la sociedad en Argentina es muy compleja, poblada por una vastedad de sectores impredecibles. Todas las películas que vienen van a ir instalándose en todos y cada uno de los sectores que podemos reconocer.

¿Cómo trabajas con los actores que participan en las cintas?
Ese juego de partes tan crítico es lo que en general tiñe a nuestras películas. Son dramas basados en hechos verídicos, y para mí es fundamental que los verdaderos rostros que habitan lo sucedido sean parte de la película. No contratamos actores conocidos; algunos se han ofrecido a hacerlo gratis, pero hay algo ahí que tiene que ver con el stablishment, que me parece que no es bueno. No puede ser que en Argentina tengamos, por ejemplo, mil actores y trabajen sólo seis y ya esté todo regulado. Nosotros queremos lo opuesto: todo tiene que ser azaroso, versátil y tenemos que correr riesgos, porque estamos haciendo arte y esto no es una industria militar. 

¿También trabajaste así en Placer y martirio?  
Sí, está basada en hechos propios y de gente amiga en un porcentaje altísimo. Justamente el departamento que se muestra es un ámbito de ese estrato y los hoteles también, si no se cae el concepto. Pudimos acceder a lugares que ni con dinero accedes. Calculá que hay un edificio en Buenos Aires, que es el Chateau Libertador, que por más que tengas dinero con una productora no accedes. Llegas con un vínculo y si accedés te cobran un buen nivel de dinero, porque son gente que no necesita y te hace huir de ahí. Filmar en el aeropuerto sale como en 70,000 pesos (aproximadamente 120,000 pesos mexicanos) y nosotros filmamos gratis. Fue a la velocidad de la luz, porque fue gratis y ya no teníamos ese dinero porque estábamos en la parte final del rodaje.  Todo eso se da con la fuerza del cooperativismo.

¿Por qué hacer cine comunitario?
Nosotros creemos que ésta es una época en que desde lo político se ha desvirtuado todo lo que sea cooperativo, para hacer creer que sólo lo que venga desde lo institucional puede tener una incidencia en el devenir de las personas. Eso es totalmente falso. Es falso y es funcional a intereses muy mezquinos. Porque en realidad los procesos de cambio suceden en forma grupal y desde las bases; históricamente ha sido así. Creemos que es un momento de coyuntura en el audiovisual y que lo que no fue hasta ahora sí puede ser a partir de ahora. Básicamente no hay nada más terrorista hoy en día que filmar la vida misma.

¿Por qué insistir en alejarse de la industria tradicional del cine?
La falsedad se ha instalado como una norma de composición casi infranqueable y es perfectamente caduca, pero así lo venden: "o es con nosotros, o no es". No, tiene que ser sin esos factores de legitimación como son los festivales estos: Locarno, Venecia, Berlín, Toronto y Cannes. Con su prensa, su fondo de coproducción, su clínica de guión, donde te liman totalmente no sólo un guión, sino los criterios de los guionistas, y hay un adoctrinamiento muy poderoso. A partir de ahí hay una gama de festivales acólitos más chicos que reciben automáticamente tu película y no te van a discutir nada. "¿Estuviste en Cannes?  Ya sos legítimo." Pero no, es al revés: si estás con ellos tu legitimidad verdadera se pone en juego porque necesitás de lo más ilegítimo que hay en el cine, que es la industria de entretenimiento disfrazada de arte. Vos no necesitás nada de eso para legitimarte; ya sos legítimo por ser humano y por ser una persona abocada al arte. Hay que romper generando espacios propios o apostando por espacios que no te cobran. 

¿Qué es lo que tienes que encontrar en una historia para que te interese filmarla?
La transformación de los personajes. Placer y martirio, por ejemplo, te voy a decir por qué es fantasmal: es como Kamil, que es una persona que tiene problemas sexuales. Es impotente y toma Viagra. Cuando ella lo descubre, la odia y la quiere aniquilar porque lo vió. "¿Cómo vos te permitís verme si yo me oculto de una forma tan efectiva?" Y ella, por su parte, no quiere que la vean. Se hace unos tratamientos dolorosos con sangre y eso es real: le quitan sangre, la licúan y separan la parte rica en plaquetas y se lo inyectan en la cara. Hace lo necesario para no mostrar el envejecimiento y si la quieren ver fuera de su horario no se deja. Pasa a ser una fantasía. Los dos están en su casa muertos de miedo. Y los que salen a la calle a vivir son dos fantasmas. El tema es que esto genera un trabajo muy cansado. ¿Sabés lo que es estar todo el tiempo perfecta, modulada, inyectada de sangre, disponible, no menstruando? Es toda una fantasía. ¿Qué es lo que hace la persona para nutrirse porque se está muriendo? Vampiriza. Roba energía. Después tiene tres, cuatro amantes, pero ninguno le llega al corazón. Sigue estando sola y eso produce un dolor. Pero por lo menos vampiriza y aleja al marido, a la hija y a las amigas.  

¿Cuál fue la respuesta hacia la cinta cuando se proyectó en tu país?   
Generó un gran odio. Los personajes del púbico salieron en defensa de los personajes de la película. Salieron en defensa críticos y tipos que yo te aseguro que son pobres tipos a nivel económico y viven al día, porque como les tocamos los íconos burgueses, nos querían matar. Nos cuestionaban la verosimilitud y decían que estaba caricaturizando a esa clase. Pero es que en realidad son todos personajes: he ido y son millonarios que se comportan así. Yo nada que ver, ¿viste? Lumpen, marginalidad y anarquía.

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