Jenna Ortega, la nueva reina del cine excéntrico, y Paul Rudd, el eterno encantador de Hollywood, protagonizan La muerte de un unicornio, una comedia fantástica y sangrienta que marca el debut como director de Alex Scharfman. La historia arranca con un accidente surrealista: padre e hija atropellan a un unicornio. A partir de ahí, lo adorable se mezcla con lo siniestro y lo mágico con lo corporativo.
Time Out México platicó con Ortega y Rudd sobre esta fábula retorcida que también produjeron.
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Además de protagonizar el filme, son productores. ¿Qué los hizo entrar al proyecto?
Paul Rudd: Creo que Jenna y yo, en cuanto vimos el título, dijimos: “Venga, nos parece el mejor título”. Si la película trata sobre lo que el título dice, esto será fantástico.
Jenna Ortega: Yo hubiera hecho cualquier cosa para estar en este filme. Hubiera interpretado a un arbusto al fondo con tal de ser parte, porque sorpresivamente tiene una historia con mucho corazón. Me sentí muy afortunada de formar parte de este increíble grupo de personas talentosas. Siempre quise trabajar con ellos, pero pensé que no pasaría.
Paul Rudd: Todos nos sentimos igual respecto a los demás. Yo sentía lo mismo por Jenna y el resto del elenco. Éramos un grupo muy unido.
La película es la ópera prima del reconocido productor Alex Scharfman. ¿Cómo fue trabajar con él como director?
Jenna Ortega: Qué honor y privilegio trabajar con Alex. Este hombre ha hecho trabajos increíbles. Es tan inteligente, divertido y exageradamente amable. Es alguien muy especial, todo un nerd. Está tan preparado que realmente me sorprende todo lo que ha logrado. Este es un filme arriesgado, y que sea su debut es genial, porque no parecería que va a funcionar… pero lo hace. Y eso se debe a él y a su brillantez.
Paul Rudd: Es alguien tremendamente talentoso. He leído guiones que ha escrito desde hace años, y siempre supe que podía escribir. No solo por este guion, sino por otras cosas que hizo antes. Tiene una manera de escribir que va más allá de los chistes: encuentra las claves para que los personajes se sientan vivos, con profundidad. Es brillante. Y su estilo como director es único. Jenna lo acaba de decir: es amable, considerado, se ríe de todo… y personalmente creo que esa es una de las mejores cualidades que alguien puede tener.
Jenna, ya tienes experiencia interpretando personajes poco convencionales. ¿Esto te da ventaja al iniciar un nuevo proyecto?
Jenna Ortega: No lo creo. Siento que la manera en la que me acerco a un personaje o a un papel es distinta cada vez. Algo que siempre me sorprende es cómo, después de hacer tanto trabajo previo y durante el rodaje, al final tienes que soltarlo todo… ¿Sabes? Dejarlo ir.
El elenco de esta película es fabuloso. ¿Cómo fue un momento en el set con todos juntos?
Jenna Ortega: Estar con este elenco es como estar en un parque de diversiones: es difícil no morirte de risa. Había momentos en los que no podía ni ver a Paul o a Anthony Carrigan sin reírme. Tenía que enfocarme en dar profundidad a la historia y aportar emoción sin arruinar las increíbles improvisaciones que hacían. En nuestros tiempos libres dibujábamos, hacíamos competencias con cáscaras de pistacho, jugábamos juegos de mesa entre tomas… hasta hacíamos juegos sobre películas viejas y bandas musicales.
Paul Rudd: Normalmente, entre tomas, cuando están arreglando el set, todos se van a su tráiler o se quedan en el teléfono. Pero por alguna razón, en esta película nunca hicimos eso. Desde el primer día, nos quedábamos sentados juntos para conocernos y platicar. Lo de los pistachos es real: hicimos canastas, juegos… cosas que haces cuando eres niño. Eso hizo que toda la experiencia fuera especial, porque nos importábamos unos a otros de verdad.
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