'Mank' é o filme mais nomeado para a 93.ª edição dos Óscares
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Reseña de Mank, la nueva película de David Fincher y Gary Oldman

La oda en blanco y negro de David Fincher a la Edad de Oro de Hollywood, es una película en la que hay que perderse

Phil de Semlyen
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Phil de Semlyen
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Las discusiones sobre si Ciudadano Kane es la mejor película jamás realizada se mantendrán por siempre. Pero la mejor película sobre Ciudadano Kane, y casi cualquier otra cinta, definitivamente ha llegado. El undécimo título de David Fincher es una generosa carta de amor al viejo Hollywood en todo su esplendor: cinismo y extravagancia salvaje. Está diseñada con el tipo de elegancia monocromática que pide asimilarse en la pantalla grande, aunque por el momento, tu televisor funcionará bien.

Mank hace referencia a Herman J. Mankiewicz (Gary Oldman), un dramaturgo pícaro, adicto al juego y a quien no le importa nada, y trabajó con Orson Welles (Tom Burke) en el guion de Ciudadano Kane. Es uno de los mejores guionistas de Hollywood, un talentoso dramaturgo seductor que llega a hasta Broadway por la promesa de ganar mucho dinero. Él es, para decirlo cortésmente, una verdadera patada en el trasero y Oldman lo disfruta.

El guion de esta película es el logro póstumo del padre de David Fincher, Jack, cuya historia ha estado esperando un patrocinador desde 1997. O tal vez solo estaba esperando a que llegara Netflix. Esta obra de época en blanco y negro sobre un guionista relativamente poco conocido no es lo que llamarías una propuesta convencional, y Fincher tiene espacio y tiempo para poner todos los juguetes y técnicas a su disposición. ¿Pero necesitas ser un cineasta incondicional para disfrutarlo? Ni remotamente.

Mank situa a su protagonista en 1940, en un camino hacia la ruina; un accidente de coche lo deja postrado en cama y Welles se asegura de mandarlo a un rancho en California, donde una secretaria británica, Rita Alexander (Lily Collins), y una fisioterapeuta alemana (Monika Gossmann) lo mantendrán alejado del licor el tiempo suficiente para cumplir con su exigente fecha límite.

Luego, retrocedemos una década, a los primeros días de Mank, con nuevas ideas de películas al lado de sus compañeros escritores en la oficina del jefe de Paramount, David O. Selznick, antes de que caiga en la órbita del jefe de matones de MGM, Louis B Mayer (un Arliss Howard intimidante). Esta fase de la película es un “quién es quién” de los poderosos jugadores de Tinseltown, que nunca cae presa de la caricatura que afecta a otras cintas sobre películas. Las estrellas vienen tan espesas y rápidas que no te sentirás mal por perderte a Joan Crawford o a Charlie Chaplin.

Mank se compromete completamente con su estilo wellesiano, con desvanecimientos teatrales al final de las escenas, mezcla de sonido con eco, una partitura tipo Bernard Herrmann hecha por Trent Reznor y Atticus Ross (de Nine Inch Nails) y una fotografía de enfoque profundo. El director de fotografía Erik Messerschmidt emula a su homólogo en Ciudadano Kane, Gregg Toland, capturando cada intercambio de conspiración y mirada desdeñosa en el fondo de escenas de fiesta suntuosamente escenificadas

Las cosas rara vez son una coincidencia en lo que respecta a Fincher, y la cantidad de británicos en el elenco es casi seguro que no lo es. Muestran un estilo de actuación de época, un ejemplo es Vivien Leigh y Deborah Kerr; sus tiernas escenas con Oldman son lo más destacado y puede que les valga el reconocimiento del Oscar. La moderación también está ahí, en el magnate de los periódicos de Charles Dance, William Randolph Hearst, el hombre que inspiró el personaje de Charles Foster Kane. El ciudadano Hearst es una bestia completamente diferente del ejecutivo de la pantalla: una presencia taciturna y vampírica en las fiestas que organiza en su castillo parecido a Xanadu. Es en uno de ellos en los que Mank finalmente, y fatalmente, sobrepasa su mano.

Ni una sola línea de lectura de frascos o escena deja de impactar. Burke es maravilloso, como siempre, a pesar de una nariz protésica que de perfil lo hace parecerse tanto a Sam, el águila de Los Muppets, como a Orson Welles. Tuppence Middleton es demasiado joven para interpretar a la esposa de Mankiewicz, Sara (la misma edad que el guionista), pero hace un trabajo excelente con diálogos que se desarrollan principalmente a través del teléfono, mientras la vida de su esposo se desliza hacia un caos. Amanda Seyfried está en la mejor etapa de su carrera como la amante de Hearst, Marion Davies, una clienta mucho más inteligente que el personaje de Ciudadano Kane, Susan Alexander, en quien está basada —según los rumores.

Pero, inevitable y satisfactoriamente, es el espectáculo de Oldman. Ya sea en escenas en cama, escupiendo, siendo ingeniosamente gruñón con sus anfitriones en veladas decadentes o retrocediendo ante las corrosivas alianzas políticas de Hollywood, es magnético como un pícaro adorable que tiene una boca que lo mete en problemas, y una pluma encantadora que lo saca de los mismos.

La última vez que Oldman interpretó a un bebedor empedernido de la década de los cuarenta, ganó un Oscar por ello. No se sorprenda si lo vuelve a hacer.

Mank Dir. David Fincher. Estados Unidos, 2020. Con Gary Oldman, Amanda Seyfried, Lily Collings, Tom Pelphrey. Netflix. Estreno: Viernes 4 de diciembre.

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