El chileno Pablo Larraín ha construido una filmografía que oscila entre lo político y lo personal. Debutó con Fuga en 2006, pero fueron los títulos No (2012), El Club (2015) y Neruda (2016) los que lo consolidaron como uno de los realizadores más reconocidos y respetados a nivel mundial. En la última década, el director se ha obsesionado con el retrato de figuras femeninas icónicas, marcadas por el conflicto entre su imagen pública y su mundo interno.
Esa búsqueda lo llevó a lo que hoy se reconoce como su trilogía de mujeres, iniciada con Jackie (2016), donde Natalie Portman encarnó a Jacqueline Kennedy en los días posteriores al asesinato de JFK. Luego llegó Spencer (2021), con Kristen Stewart en la piel de la princesa Diana durante un fin de semana en el que decide romper con la monarquía. Y ahora, con María, Larraín cierra con la historia de los últimos días de María Callas, interpretada por Angelina Jolie, explorando el peso del mito y la melancolía del silencio.
Por todo esto es que ahora platicamos con Larraín sobre María, esta pieza con la que pone fin a la exploración de mujeres atrapadas entre la historia y su deseo de libertad.
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¿Qué representaba María Callas en tu vida para querer contar esta historia? ¿Qué era lo esencial que querías capturar de ella? En el mundo del cine o de la literatura hay un sinfín de narrativas asociadas a cómo el arte mismo se crea o se genera. Es parte del conflicto central.
Aquí es visto en una película que se hace en torno a cómo una cantante lírica que cambió la historia de la música termina siendo afectada por su propia manera de crear ese arte. Y cómo quizás se termina transformando en uno de los personajes que ella misma cantó. Esa es la dialéctica y la idea que está en el corazón de este proyecto. A eso sumamos mi fascinación por la música, el amor que le tengo a la ópera y tal vez es una película que intenta espantar este fantasma de que la ópera es tan elitista y compleja. Yo creo que hay elementos sencillos y humanos en la ópera y eso era lo que quería contar.
Natalie, Kristen y ahora Angelina Jolie son personalidades distintas, con maneras y estilos de actuación distintos, pero ¿crees que hay algo en común en ellas en la manera de acercarse al personaje?
Yo creo que son tres actrices que comparten algo que a mí me interesa mucho en el cine: el misterio. Son personas que, estando delante de la cámara, siempre transmiten algo que es muy difícil de comprender, aunque ellas te digan lo que están haciendo, lo que les está pasando, lo que están sintiendo. Tienen un elemento que genera una curiosidad, que genera un magnetismo, y eso creo que es muy potente en las tres.
Justo estos tres personajes en sus películas están en lugares que cuentan con estructuras opulentas, con techos altos y piezas de arte. Están encerradas en esta jaula de oro. ¿Eso es algo que querías transmitir?
Yo les llamo cárceles elegantes, son lugares de los cuales pueden salir, pero no salen. Es como la idea de que alguien está en el océano y no puede salir de ahí porque está en un bote, a pesar de estar en el lugar más abierto del mundo. Son personas que, a pesar de estar en un contexto muy complejo, asociado a familias muy grandes, a fortuna, gente importante como realeza, nazis o la familia Kennedy, pudieron encontrar su propia identidad y no depender de con quién estaban emparejadas. Eso produce la empatía y el interés de millones de personas en todo el mundo. Son personas que siempre supieron darse cuenta de quiénes eran sin importar el contexto en que estuvieran. Eso habla de cierta fuerza y cierto silencio.
Ahorita mencionaste lo misteriosas que son estas actrices. A mí Angelina Jolie me parece bastante misteriosa. ¿Qué encontraste en ella que te sorprendió, que no sabías que podía darte a la hora de trabajar con ella?
Yo obviamente sabía que era una muy buena actriz, pero no pensé que me iba a topar con alguien extremadamente disciplinado. Ella es una persona muy ordenada, que se tomó muy en serio el tema del canto. No es que yo pensara que ella iba a hacer algo distinto. Yo tenía la claridad de lo que ella iba a entregar, pero me sorprendió la precisión, la entrega, el foco. Hacer películas requiere procesos largos. No es un día, sino que son meses, hasta años, y ella siempre estaba preparada. Se sabía el guion completo y los textos de los otros actores con los que estaba actuando. Trabajó muy bien el tema del canto, ella es muy sensible. Nos pasa que con personas tan conocidas, a veces son famosas también por otras razones que no están necesariamente asociadas a su trabajo. Uno cree que solo habitan ese mundo, pero cuando se ponen a actuar, a trabajar y a hacer lo que hacen, te das cuenta de que hay gente muy potente.
Exploras a María Callas desde el silencio. ¿Cómo es hablar de ella con lo que no se habla de ella?
Una película que está tan poblada de música, de ideas musicales y de muchos otros procesos, necesita tener cierto silencio porque quizás es ahí donde uno logra entrar y verla con más nitidez. Esos silencios absolutos que hay en la película, que hay varios, son silencios que producen una forma de empatía más particular. Uno empieza a sentir lo que ella está sintiendo, a oír lo que está oyendo. Para mí es un mecanismo de empatía y también un mecanismo que tiene que ver con el vacío. El silencio es también vacío. Eso es interesante de entender así. No hay nada que funcione sin contraste, ¿no? No podemos disfrutar o entender estas músicas si no somos capaces de experimentar el silencio.
La trilogía se fue creando conforme avanzaba, no fue pensada realmente para convertirse en eso, pero ¿por qué de cierta manera escogiste a las tres? ¿Cómo nacen estas tres historias?
La primera película yo fui invitado a hacerla, después, por alguna razón que no tiene lógica, me interesé en hacer una película que fuese distinta a lo que se venía haciendo. Luego terminé haciendo esta película porque la llevo pensando muchos años. Muchas películas a veces habitan dentro de uno hasta que uno logra sacarlas y hacerlas realidad. Así que es una trilogía no buscada. Nunca pensé en hacer las tres películas, fue un poco accidental. Eso también me parece más sano, porque si lo calculo se pierde lo espontáneo, y bueno, ocurrieron las tres, ahí están. Estoy feliz de que se acabaron porque ha sido muy intenso y de alguna manera, aunque son problemas muy distintos, son temas que se reiteran. Así que contento por moverme a otra cosa.
Entonces, ¿no planeas retratar otra figura icónica?
No, ya acabó. Deseo hacer otra cosa.
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