[image]
[title]⭑⭑⭑⭑⭑
Ha pasado más de una década desde la última película de Jane Campion. Es difícil imaginar una mejor manera de anunciar su regreso que esta, una de las mejores —quizás la mejor— películas de su carrera. No es que Campion sea de fanfarrias, por supuesto. Ella hace películas que te atraen con un misterio silencioso, sumergiéndote en su mundo y sus personajes a su propio ritmo, y luego destroza todo de manera devastadora cuando está lista. The Power of the Dog es Campion en su máxima expresión.
La historia tiene lugar en la década de 1920 en Montana, en un minúsculo pueblo rodeado de polvo y montañas. En este pequeño mundo, de un rancho, un restaurante y un montón de vacas, se gesta un drama descomunal. El rancho es propiedad de los hermanos Phil (Benedict Cumberbatch) y George (Jesse Plemons). George tiene ambiciones de caballero, se viste con pulcritud y se codea con los dignatarios de las grandes ciudades. Phil es un vaquero tosco que intimida, pelea y nunca esboza una sonrisa. Lo único que cuida es la silla de montar de su difunto mentor, Bronco Henry, que trata como una reliquia sagrada. El trabajo es lo único digno de atención.
George no comparte el compromiso de Phil con la soledad. Tiene un romance suave y luego se casa con Rose (Kirsten Dunst), la dueña de ese restaurante. Ella y su hijo, Peter (Kodi Smit-McPhee de X-Men), se mudan a la enorme casa que comparten George y Phil. Phil intimida con petulancia tanto a Rose, acusándola sin fundamento de ser una cazafortunas, como a Peter, burlándose de él por un comportamiento que considera poco masculino: hacer flores de papel y simplemente disfrutar de la compañía de su madre. Por todo lo que se mete con él, Phil desarrolla un interés en Peter y hace que su trabajo sea enseñarle las formas duras del ranchero.
El western es un ajuste inteligente para Campion. Su trabajo a menudo trata sobre personas abandonadas en un mundo poco acogedor, ya sea Ada silenciosa y sin amigos en la Nueva Zelanda rural en El piano, o Isabel atrapada en una casa enorme y sin amor en El retrato de una dama. The Power Of The Dog trabaja sobre el mismo tema, el paisaje interminable proporciona su lienzo más grande hasta el momento. Ella lo usa asombrosamente. Ella enmarca el paisaje de Montana (en realidad, Nueva Zelanda) para convertirlo en un barrido de posibilidades o en un vacío que te tragará. Salpicado de rancheros saltando, parece un nuevo mundo que cobra vida. Aún así, pero para las sombras a la deriva parece un infierno. Moteados en el medio, contenidos en un edificio, están todos nuestros personajes, cada uno ocultando de alguna manera quiénes son en realidad.
Hay una confianza imponente y tranquila en la narración de Campion. Sus historias suelen centrarse en mujeres en un entorno patriarcal. Aquí el mundo sigue siendo patriarcal, pero Campion está interesado en cómo aplasta a Rose, Phil y Peter de diferentes maneras. Ella cuenta cada una de sus historias con un cuidado devastador. Confía plenamente en su elenco para transmitir la profundidad de sus personajes con un diálogo mínimo. Ninguno de ellos la defrauda.
Los momentos más fuertes llegan cuando los personajes creen que nadie más está mirando. Rose, medio loca por la soledad y la falta de propósito, busca consuelo desesperado bebiendo alcohol en un callejón. Phil se baña en un río, su armadura de furia se lava por un momento de tranquila felicidad. Peter disecciona tranquilamente un animal para ver qué hay dentro. Campion revela sus personajes lentamente, extrayendo detalles cruciales que deberíamos haber visto todo junto con una sutileza que hará que sea muy gratificante. Es un triunfo, una espera de 10 años para su próxima película sería demasiado.
The Power of The Dog Dir. Jane Campion. Australian, 2022. Con Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons, Kirsten Dunst, Kodi Smit-McPhee, Thomasin McKenzie, Frances Conroy, Keith Carradine.
