Ana Hop es una fotógrafa mexicana.
Foto: Cortesía Ana Hop

Entrevista con Ana Hop

Debido a su participación en la muestra Origen, le preguntamos a esta fotógrafa sobre moda, estilo e inspiración

Escrito por
Tania Puente
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Para capturar imágenes relevantes, se requiere de una abundante dosis de sensibilidad y buen ojo. Si la fotografía va encaminada al mundo de la moda, ésta deberá tener presente en todo momento que a través de su discurso visual se definen tendencias, se crean hitos y se derrumban prejuicios.

La fotógrafa mexicana Ana Hop comenzó su carrera hace siete años, después de haber estudiado en la universidad londinense Central Saint Martins. Helmut Newton, Diane Arbus y William Klein le han servido de inspiración para definir su producción, así como James Nachtwey, “por su pasión por documentar el dolor y los conflictos sociales”, menciona.

Su obra tiende hacia el retrato como modo de expresión: “me encanta contar historias y conocer gente; retratarlos es parte de mi pasión por exponer y seguir narrando”. El salto a la fotografía de moda podía intuirse desde esta inclinación: “La moda siempre ha sido parte de mi vida y al estar retratando gente lo más natural que podía, me intrigaba poder retratar desde una perspectiva mucho más compleja; la fotografía de moda requiere de un equipo, mientras que el retrato es mucho más íntimo. Una imagen de moda es una construcción, hay un contexto que ayuda a que la perspectiva de la prenda sea parte de un discurso”.

Ana comenta que las historias que se desprenden de este tipo de práctica pueden ir desde narraciones casuales de la vida diaria, hasta las enfocadas en ficciones de lujo y lifestyle, siempre enmarcadas por una línea editorial. 

Acerca de su visión del medio con el que trabaja, Ana piensa que “la moda mexicana ha crecido, su crecimiento ha sido más en cuanto a nivel se refiere, pero creo que también entre más competencia, hay más calidad. Esto se ve reflejado en los espacios y difusión que tiene fuera del país”. Para ella, proyectos expositivos como Origen, muestra en la que se exhiben tres de sus fotografías, son esenciales: “es un proyecto que expone talento y eso es fundamental para que los creativos sigan produciendo y tengan un apoyo. Con este tipo de proyectos no sólo se consigue apoyar a los creativos, sino también a las diferentes industrias como la moda, es una cadena alimenticia y ellos son parte primordial del proceso creativo”.

Por otra parte, con respecto a su estilo personal y a pesar de estar expuesta a esas imágenes y narrativas todo el tiempo, Ana lo define como “nada rebuscado, siempre en búsqueda de lo espontáneo y lo más natural de las situaciones”. Jeans, chamarra de piel, camisa blanca, camisa de mezclilla y pantalones negros son algunas de las prendas que no deben faltar en su clóset. Sus diseñadores mexicanos predilectos son Kris Goyri, Cynthia Buttenkepler, Sandra Weil y Yakampot, mientras que Céline se lleva las palmas y su corazón en el ámbito internacional.

Cuando le preguntamos a Ana qué prenda desaparecería del mundo porque es el fashion crime más grande que haya existido, nos respondió “leggings color carne”. No podríamos estar más de acuerdo con ella.

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