Alain Pinzón: No morimos
Foto: Alejandra Carbajal

Alain Pinzón: No morimos

El VIH y sida en voz del internacionalista, defensor de los derechos humanos y director de Vihve libre

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¿Recuerdan aquellas películas de los noventa en las que las personas con VIH se mostraban siempre en cama, llenas de tubos, con bajo peso y aisladas? Es shockeante comparar esas escenas con la actualidad en la que las personas con VIH estamos fuera de hospitales viviendo vidas “casi” normales. Y digo “casi”, porque hoy ya no morimos gracias a que existen medicamentos antirretrovirales de mayor efectividad. Pero el problema es social: no morimos, pero no podemos conseguir empleo digno y bien remunerado sin que se nos obligue a hacernos una prueba de detección de VIH en la entrevista inicial. No morimos, pero no podemos tener medicamentos sin que se nos acuse de “peligro de contagio” como sucedió el pasado junio, cuando se arrestó y encerró a una persona con VIH acusada de “poner en riesgo” a su pareja. No morimos, pero no podemos decirle al jefe “llegaré tarde porque voy por mis antirretrovirales”. No morimos, pero existe ese hábito de esconder medicamentos, de romper recetas, de sacar las pastillas de los botes y hacerlas pasar por “vitaminas” para que nadie sepa.

En pleno 2021, era del indetectable es igual a intransmisible, aquí estamos. Viviendo con VIH, pero llenas de miedo, de vergüenza, de autoestigma y de todo eso que callamos por temor al señalamiento y escarnio público, con leyes que nos criminalizan. Con autoridades omisas que se rehúsan a vernos como personas con derecho a la tranquilidad y a la salud mental. Solo así, se puede explicar el constante desabasto de antirretrovirales en la mayoría de las instituciones de salud en México. ¿Cómo decirles a todos esos servidores públicos que su “estamos trabajando” no es suficiente? ¿Cómo aclarar que sus explicaciones no interesan si no vemos resultados reales?

No hay absolutamente nada que nos aleje de esas escenas de las películas de los noventa si no empezamos a pelear, a alzar la voz y exigir de forma incisiva que nos surtan nuestras recetas de antirretrovirales en tiempo y forma. Porque para este país, y para los funcionarios que lo administran, las personas viviendo con VIH solo existimos en junio y en diciembre. Pero el estigma, los prejuicios, el miedo y la vergüenza los cargamos todo el año.

Que nuestra respuesta ante su incompetencia y desinterés sea seguir haciendo todos los días un camino más habitable, donde nos permitamos soñar y anhelar, donde nuestros deseos no se definan por tener una carga viral detectable o una baja de CD4. Que nuestra respuesta sea siempre luchar contra eso que nos quita la tranquilidad. Porque somos personas valiosas, aun cuando nos hayan dicho que no valemos nada.

Por Alain Pinzón

La pandemia del VIH y la respuesta de activistas de la Ciudad de México

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