1. Tango queer (Foto: Cortesía Festival Internacional de Tango Queer)
    Foto: Cortesía Festival Internacional de Tango Queer
  2. Tango queer (Foto: Cortesía Festival Internacional de Tango Queer)
    Foto: Cortesía Festival Internacional de Tango Queer
  3. Tango queer (Foto: Cortesía Festival Internacional de Tango Queer)
    Foto: Cortesía Festival Internacional de Tango Queer

Entrevista con Rodrigo Cervantes

Platicamos con el arquitecto y bailarín que rompió los esquemas de un baile machista por antonomasia

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En la sensualidad y la fuerza de los movimientos del tango, Rodrigo Cervantes encontró una forma de romper los esquemas de un baile machista por antonomasia.

A pesar de ser arquitecto, su pasión por el arte dramático lo llevó a estudiar una maestría en teatro y a enfocarse a escribir guiones para musicales. Mientras vivía en Buenos Aires, Argentina, fue partícipe de la primera milonga gay. En estos pequeños eventos para bailar tango conoció el tango queer, una corriente de baile nacida a finales del 2000 en Hamburgo, Alemania.

En 2007 tuvo la oportunidad de presentar en ese país el musical Ángel y un año más tarde Sebastián Tango, una historia en la que una pareja homosexual se envolvía en un triángulo amoroso con una mujer, por supuesto, con el tango queer como eje.

Este tipo de baile mezcla la pasión de sus movimientos con la fuerza de dos hombres o la sensualidad de dos mujeres al bailar. Con esto rompe los roles establecidos en los que el hombre lleva el compás y la mujer lo sigue.

En el tango queer no sólo bailan personas del mismo sexo, sino también parejas de heterosexuales que cambian su rol en la pista de baile: la mujer es quien dirige al hombre.

Gracias a este descubrimiento y su pasión por el tango, Rodrigo comenzó a organizar, junto con Rafael Sánchez, un bailarín de tango profesional, el Festival Internacional de Tango Queer de México, que este año celebra su quinta edición.

Rodrigo recalca que el objetivo principal de este festival es que una pareja de tango se destaque por su ejecución en el escenario, no por su género. La meta es educar a los públicos para que en un futuro desaparezca la clasificación queer y no sea motivo de escándalo ver bailar a dos personas del mismo género.

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