¿Qué sucede cuando dos chicos se siguen la mirada en un vagón del metro de Nueva York? Entre todas las posibilidades, ésta puesta en escena dirigida a la comunidad LGBTTTI opta por una simple; se enamoran. Pero, no todo es miel sobre hojuelas, el avión de uno de ellos, con destino a México, sale en 12 horas.
I Love NY fue escrita por el joven dramaturgo Rodolfo Cantú y está dirigida por el ganador del XX Festival de Teatro Universitario, Gustavo Beltrán. Este relato contemporáneo está fuera de los clichés rosas, ya que se trata de la historia de dos personas que se enamoran. No hay torsos al aire, ni frases estereotipadas.
En momentos se agradece su falta de pretensión y en otros no tanto. La trama, que tarda en llegar, a pesar de las risas bien logradas se torna lenta. Hay sucesos innecesarios que no terminan por aportar a la historia, los cuales se interpretan como intentos de vislumbrar el contraste entre dos culturas y contextos distantes que se entrelazan a pesar de los prejuicios de la comunidad LGBTTTI, pero se queda como algo superficial.
Conforme avanza la trama, y gracias a un giro inesperado, todo toma sentido y logra el cometido de contarnos una de tantas historias de amor a las que nos enfrentamos día con día; irrepetible y efímera. Las actuaciones de Alex Peña y Daniel M. Cervantes son precisas, frescas, inocentes y se complementan; es como ver a dos universitarios cuyo reto principal es enternecer al público, ante un texto que no los reta lo suficiente. Un área de oportunidad para la obra es la escenografía, ya que sólo consiste en una pantalla que parece que colocaron improvisadamente y no se distingue desde todos los ángulos.
La riqueza de esta puesta reside en su simpleza. Esa de la que se alimenta el amor a primera vista y la decisión de dar el primer paso, la cual termina por transformase en algo más complejo: miedo, dulzura y complicidad; los ingredientes principales de esta obra.