Paris Bang Bang, la encargada de la carrera drag
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

Paris Bang Bang

Te presentamos a la estrella de Divina y la encargada de la Carrera Drag de la Ciudad de México

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En la Ciudad de México las reinas sólo salen de noche, algunas enjoyadas hasta en la cara, las otras con plumas y plataformas. Entre todas ellas destaca Paris, la incorrecta, la alternativa y la decadente. Un monumento viviente.

Pasan de las 11pm y la concurrencia del Divina ya la vio, la saludó, hasta brindó y se tomó selfies con ella. La noche no tiene más sentido que verla en escenario. De piel morena pero rubia platinada, aparece Paris Bang Bang, la indiscutible reina de las noches del Centro.

Paris siempre tuvo la necesidad de ser mirada por todo el mundo. "Antes venía con ropa extravagante y maquillado, hasta que un día, Tigrida Revuelta me pidió dejarla vestirme de drag queen", recuerda.

Foto: Alejandra Carbajal

En ese tiempo sus allegados bromeaban sobre su aspecto y le aseguraban que terminaría de vestida, pero Paris siempre quiso más. Con el tiempo se volvió familiar a la escena artística y drag de la ciudad, así que se decidió formar parte de ese universo.

Aunque al comienzo se lo tomó a la ligera, Paris descubrió una verdadera vocación en este arte, así que comenzó a informarse y aprender no sólo sobre la parte estética, sino también a desarrollar una propuesta creativa de su personaje, para ello contó con la ayuda de sus amigos.

"Al principio era todo muy improvisado. Decía que mi distintivo era que se me salieran los pezones, ahora ya no me gusta eso. Aprendí a pintarme con maquillistas y con tutoriales de Youtube", recuerda.

El hombre dentro de Paris estudió la carrera de teatro con la firme intención de ser un gran actor, cosa que lamentablemente no sucedió, pero esta formación escénica le ayudó a desarrollar su personaje. Por otro lado, ese fracaso lo llevó un sitio más oscuro: "Estaba en un estancamiento creativo muy cabrón. No era nadie, era una persona cero productiva. Mis necesidades creativas estaban completamente bloqueadas y frustradas, pero encontré en el drag lo que era realmente mío, lo que me hace feliz y exitoso".

La estética y personalidad de Paris tienen que ver con una inspiración específica: "Britney Spears es mi cantante favorita, por eso generalmente ando de rubia, Madonna y Marilyn Monroe son mi delirio. También tengo algo del glamour decadente, me gusta usar vestidos que sean imponentes pero que fácilmente hayas podido sacar de la basura".

No es fortuito que en tan poco tiempo, esta performer haya conquistado al público de la Ciudad de México. Se coronó en dos concursos enfocados a este entretenimiento. El primero, La Carrera Drag, con reinas de toda Latinoamérica, y el segundo a nivel local, Project Drag Queen. Ambas coronas, asegura que son triunfos de sus amigos. "Yo llegué al primer concurso con una desventaja: aún no era drag queen, pero quería serlo, trabajé duro y gané. Después del segundo concurso ya no tuve necesidad de hacerlo de nuevo, porque gané credibilidad", asegura.

Paris deja muy claro que esto no habría sido posible sin los vestuaristas, bailarines, productores, fotógrafos, maquillistas, toda una constelación de seres que la han apoyado y, sobre todo, que le han enseñado.

La estética de este personaje es algo fuera de lo común en términos drag, tampoco es ordinario su espectáculo, Paris confía en que su generaciones de artistas de esta naturaleza, y las posteriores, ayuden a crear un arte drag que refleje nuestra cultura.

"Platicaba hace poco con mi vestuarista y caí en cuenta de que para mí la escena drag está medio estancada. La mayoría tiende a copiar las corrientes europeas o estadounidenses, como pegarse joyas en la cara y usar plataformones, una estética muy andrógina. Lo respeto, pero no es lo mío. Yolanda (otra drag queen) tiene un estilo muy particular y, como nosotras dos, hay muchas otras construyendo el drag mexicano".

Actualmente es la encargada de La Carrera Drag de la Ciudad de México, que cuenta con cinco temporadas y que ha crecido tanto que cada jueves, en el Teatro Garibaldi, no cabe ni una alma más.


Foto: Alejandra Carbajal

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