Si bien México está lleno de paisajes impresionantes y rincones naturales que aguardan valiosos secretos, existe una joya escondida en Tamarindo, reserva natural de 1,200 hectáreas en las costas de Jalisco; una región poco explorada y que parece lejos de todo, pero que está más cerca de lo que parece.
Después de manejar alrededor de una hora y media desde Manzanillo, se llega a este destino que impresiona desde la entrada, no solo por la vasta vegetación, sino por su campo de agave, parte de Rancho Ortega, un proyecto sustentable que respeta la tierra.
Justo el Rancho Ortega es una de las principales razones para visitar el Four Seasons Resort Tamarindo, pues en una experiencia con el chef Nicolas Piatti, el Director Culinario del hotel, se puede conocer más sobre este proyecto que busca que los chefs y cocineros se enamoren de los alimentos desde la semilla y desde la cría mediante vínculos de cuidado.
Al pasear por el Rancho llama la atención la variedad de animales: los puerquitos, de raza Mangalica y parientes del cerdo ibérico; los borregos de varias razas, entre ellas Pelifolk, la primera raza pura mexicana resultado de once años de investigación en mejoramiento genético; o las gallinas que además de poner huevos orgánicos, no están en jaulas y escuchan música todos los días.
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El Rancho presume diversidad de frutas y vegetales como cítricos, maracuyá, papaya, pitahaya, aguacate, higo, lichi, carambola, guayaba, cacao y más, que el hotel aprovecha como ingredientes de sus platillos.
En Tamarindo, esta frescura puede degustarse en restaurantes en la variedad de tacos de Nacho, que rinde honores a los sabores y tradiciones de algunas de las regiones con mayor diversidad gastronómica de México; en Sal, donde se pueden probar deliciosos pescados del día; o en el restaurante insignia: Coyul, de la chef Elena Reygadas, considerada por 50 Best como la Mejor Chef del mundo en 2023.
Más allá de la destacada gastronomía que debe sus deliciosos sabores al cariño con el que se cultivan varios de sus ingredientes, en el hotel también destaca el Spa, donde se puede experimentar el Temazcal o una diversidad de tratamientos para quedar totalmente renovado, o las diferentes albercas, todas con una impresionante vista infinita.
Lo mejor es que la naturaleza sigue siendo el foco en Tamarindo, pues se desarrolló solo el 2% de la reserva para mantener al paisaje natural como principal protagonista.
Las habitaciones del hotel, todas con detalles de diseñadores mexicanos, se vuelven verdaderos refugios para el descanso no solo por las amenidades o las deliciosas camas, sino también por las impresionantes vistas interrumpidas que ofrecen del Pacífico.
Posibilidades en el mar y la tierra
Justo en el mar, el hotel ofrece varias posibilidades para conectar con la naturaleza, como Macro Photography Scuba Tour (para explorar, y capturar en imágenes, en el mundo submarino), paseos en bote privado, liberación de tortugas y paseos para ver ballenas, que visitan las costas de México cada invierno.
Para los amantes de las montañas, y las aves, hay caminatas etnobotánicas con biólogos para aprender del ecosistema (en la reserva viven más de 70 especies endémicas de flora y fauna, 3 especies de aves, 16 mamíferos, 11 anfibios y 30 reptiles), experiencias para correr entre la selva al lado del Run Concierge, avistamiento de aves, o una MasterClass con el fotógrafo de National Geographic Mauricio Ramos. Elige tu propia aventura.
