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[title]Antonio Sánchez es cuatro veces ganador del Grammy y nominado al BAFTA por el score del largometraje dirigido por Alejandro González Iñárritu —Birdman—. También, es considerado uno de los bateristas más innovadores de la música moderna.
El compositor y baterista mexicano es una de las principales figuras del jazz y su estilo lo hace ser único entre los músicos de su generación. Pieza indispensable y musa para sus canciones es la batería; pese ser músico multiinstrumentista, siempre se le aprecia detrás de la percusión.
El músico ha reinventado el jazz con dotes vanguardistas. Prueba de ello es su última producción SHIFT (Bad Hombre Vol.II) en la que funge como productor, mezclador, arreglista y compositor. Este material, además, es un regalo de colaboraciones: Lila Downs, Dave Matthews, Ana Tijoux, Thana Alexa, Tent Treznor y Atticus Ross, así como su abuelo, el actor Ignacio López Tarso.
Para ello, sostuvimos una plática con Bad Hombre, su alter ego que le permite experimentar sin límites. Porque por si fuera poco, el artista se presentará en la próxima edición del Festival M Jazz el 10 de febrero en el Parque Bicentenario.
¿Cómo encontraste que el cine y la música eran parte medular de tu carrera?
Desde que tengo 5 años o antes. Yo empecé escuchando música por mi madre Susana, que es rocanrolera de hueso colorado. El rock sobre todo en mis primeros encuentros con la música, y la música clásica gracias a mi abuelo Ignacio López Tarso, quien ponía siempre música clásica a la hora de comer.
Lo del cine fue un accidente. Yo nunca tuve intención de musicalizar bandas sonoras ni televisión o comerciales. Iñárritu me eligió para musicalizar Birdman y cambió mi trayectoria de manera vertiginosa. Fue icónico que la gente quisiera un sonido para películas, fue algo que me sorprendió porque no me lo esperaba. Ha sido una vertiente muy linda poder hacer música y mezclarla con medios audiovisuales.
¿La composición de scores es una extensión de tus proyectos artísticos?
Es una combinación porque es algo personal e imprimo mi sello, pero también compongo para alguien más. No es justo lo que quiero hacer, porque tengo que complacer a un montón de gente que está detrás. Entonces, es un ejercicio peculiar que va a la par de la parte creativa. Es algo bueno porque generalmente los músicos tendemos a estar muy hacia dentro, y esto me hace salir de mi burbuja para transformarme.
¿Tienes algún ritual antes de subir al escenario, grabar un disco o una pieza?
Siempre he tratado de no tenerlos porque si no se llevan a cabo, puede ser frustrante. Entonces, trato de calentar un poco y relajarme, no pensar mucho. Si me pongo a pensar en lo que tengo que hacer en el escenario es bastante abrumador.
Sé que querías ser estrella de rock, ¿qué pasó?
—Risas— pues no sé, me hubiera gustado mucho saberlo. Me empecé a dar cuenta que me gustaba mi instrumento más de lo que le gustaba a los otros chavos; eso me llevó a sobresalir. Cuando descubrí el jazz me di cuenta que había gente de muy alto nivel que acudía a tener conversaciones musicales conmigo y eso hizo que me interesara mucho más entender el lenguaje.
¿Les agradeces a tu madre Susana y a tu abuelo el inculcarte el gusto por el rock?
A mi madre Susana sí. A mi abuelo no tanto porque él escuchaba música clásica. A él le agradezco el regalo de haberme abierto el oído.
¿Cómo estás montando el ensamble del Festival M Jazz?
Estaremos tocando mi última producción SHIFT (Bad Hombre Vol.II) en la que hubo un elenco realmente extraordinario de artistas que me proporcionaron canciones. Yo reimaginé su sonido. Hay colaboraciones interesantes que me enseñaron mucho como productor y músico; es un disco poderoso.
En este show en vivo habrá músicos muy talentosos que saben improvisar y a los que les gustan otros estilos de música, no solamente el jazz. Aunque sin duda, sonará muy diferente al disco. El espectáculo estará lleno de improvisaciones. Será una combinación interesante.
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