James Blake
Cortesía Ocesa

James Blake, el músico terapeuta

Su segundo álbum está inspirado en una aventura de amor transatlántica, pero el cantante está más calmado

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James Blake sería un buen terapeuta si algún día decidiera abandonar la música. Sus labios ligeramente curvados hacia abajo y su melena de cabello suave lo hacen parecer sombrío. Su calma es contagiosa. No abre la boca hasta que sabe qué quiere decir y escucha con una intensidad que provoca contarle secretos íntimos. Siento la necesidad de hablarle sobre mi vida amorosa, una relación a larga distancia que no terminó bien.

"¿Eso te prepara mejor para despedirte finalmente?", me pregunta del vaivén emocional y la tensión que esto genera. "¿Ya habías entrenado para dicha situación?".

Si Blake tiene motivos para burlarse de mí, es porque él también tiene una relación a larga distancia con su novia, quien vive en Los Ángeles.

"El aeropuerto se ha convertido en un escenario familiar", admite mientras nos sentamos para almorzar en un pub de Primrose Hill.

La presencia de su novia se nota en su segundo álbum, Overgrown, en el que se aleja del dubstep de su álbum debut homónimo y canta con mayor ternura. ¿Cómo le está afectando viajar tanto?

"Para bien o para mal, me gusta un ambiente de constante cambio. Es ajetreado pero por lo mismo te lleva a utilizar bien tu tiempo", responde.

La relación no sólo le ha enseñado a escribir mientras viaja –canta en su cabeza y escribe letras en su teléfono– también lo ha impulsado a querer ser mejor en otras cosas.

"Hacer café, jugar ajedrez, ser una mejor persona. Ya sabes, ser capaz de profundizar con alguien y hacerle sentir que en verdad estoy comprometido".

El éxito de Blake con su debut lo llevó al otro lado del mundo para conocer y colaborar con  músicos de los que es fan, como RZA, Kanye West, Joni Mitchell, Justin Vernon (también conocido como Bon Iver) y Brian Eno.

Sin embargo, a pesar de estar en la cima de su juego, con dinero en el bolsillo, un club nocturno en Londres y con apenas 24 años de experiencia en la vida para reflexionar, no ha dejado que el éxito se le suba a la cabeza. De hecho, la fama lo ha suavizado y sus colaboradores lo han ayudado a poner bien los pies en la Tierra.

"Brian Eno me dijo que quitara el acorde 'pendejo' en "Retrograde", recuerda de su trabajo con el gurú del ambient en su casa de Londres. "Tuve varias ideas cuando estuve allí, él sólo me guió y dirigió. Estoy en contra de quienes quieren hacer todo el trabajo por ti. Él, en cambio, me ayudó a tener momentos de claridad y los volvimos algo hermoso, nada obtuso".

James parece imperturbable hasta que revela que escribió un poema camino a la entrevista.

"Estaba en el tren, podría leertelo..." De repente cambia de opinión y muestra un destello de timidez.

¿De qué se trata?
"Una llamada que tuve anoche que no me deja en el mejor estado de ánimo".

¿Con tu novia?
"Sí. Sólo tenía algunas cosas que decir y en vez de entorpecer la situación por hablar de más, decidí escribirlo para mí. Me gusta hacer eso, es una forma de evitar confrontaciones innecesarias. Es un poema de mierda de todos modos, no tiene sentido compartirlo".

Dudo que el poema sea una mierda, pero es agradable ver que algunas perturbaciones pasan por su buen semblante. Esto demuestra que –al igual que con su música– hay algún ruido oscuro debajo de su superficie.

James Blake se presenta en El Plaza Condesa, el lunes 25 de noviembre.

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