Con Gigante (2025), Leiva agudiza sus fantasmas y alza la voz por la salud mental, en un momento en que esta parece lejana, casi inexistente.
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El cantautor madrileño atraviesa un problema de salud debido a una dolencia en las cuerdas vocales, lo que complica la creación de su sexto disco.
Este camino hacia nuevas canciones comenzó en 2023, un periodo que le sirvió para analizar, reflexionar y canalizar esa reivindicación personal en su más reciente LP. A lo largo del disco, se muestra un Leiva introspectivo. El único fin es hacer catarsis; no hay auto-sabotaje, sino una suerte de canto a la reminiscencia. Dejando atrás la timidez, se adentra en su salud mental. Cada tema cantado por el ex Pereza resuena en cada letra.
Desde la apertura del disco —que da título al material— suena el golpe de la batería, mientras se superpone un riff de guitarra que acompaña la crónica del desequilibrio emocional que Leiva interpreta: “A veces noto un temblor, un temblor gigante, me está agarrando un rencor, un rencor gigante”.
Sin duda, son canciones que el cantante entrelaza con precisión, rindiendo cuentas de su estado emocional. “Bajo presión” detalla esa sensación de encierro, de una taquicardia provocada por la ansiedad; una ansiedad que muchas veces estaba presente, pero que no había notado: “Ya no hay dragón, ni adrenalina. Ni autoboicot a tu autoestima. Llevan razón, tú no funcionas bajo presión”.
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Canciones fuertes, sinceras, letras que te aplastan con cada verso: es su forma de liberar lo que lleva cargando por años. Destaca “El polvo de los días raros”, con frases que cimbran: “Una minúscula señal, un movimiento caro, proyectarme en los demás se hace demasiado hostil. El duelo suele ser así, un algoritmo exacto, de repente la ciudad huele demasiado a ti”.

Tampoco se queda atrás “Leivinha”, cuyas letras punzantes te acompañan estés bien o mal. Como si un dado tuviera que apuntar al blanco, agudiza sus fantasmas y alza la voz por la salud mental, en un mundo donde esta parece estar lejos, casi como si no existiera.
Al final, el músico deja un nudo en la garganta, con letras que parecen salir de una cuerda floja a punto de romperse. Gigante busca un equilibrio mental, una mirada de madurez. Parece una despedida; ojalá no lo sea. Pero sin duda, es uno de los álbumes más introspectivos que ha compuesto José Miguel Conejo Torres.