Yo crecí con la música de Natalia Jiménez. Mi mamá es fan de hueso colorado y recuerdo que, camino a la escuela, ponía una y otra vez las canciones de La Quinta Estación. Ahora, vamos a cada concierto juntos.
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Ese es el verdadero encanto de Natalia: unirnos, como familias y como mexicanos. En sus shows, llenos de trajes típicos y sombreros enormes, es común ver a gente de todas las edades cantando desde boleros clásicos hasta sus éxitos pop como “Creo en Mí”.
Antes de su concierto del 30 de enero en el Auditorio Nacional, platiqué con ella. La charla fue justo lo que esperaba: acogedora y divertida, porque además de su voz, su carisma es otro de sus grandes atributos. Conversamos sobre su relación con México y de paso, me adelantó detalles sobre su presentación en el coloso de Reforma, donde rendirá tributo a las grandes canciones de la OTI.
Estoy seguro de que para ti cada show es sumamente emocional. ¿Cómo se vive arriba del escenario?
Es muy emocionante. Es muy bonito ver en retrospectiva todo el trabajo que he hecho. Ahora, esperando los próximos conciertos con muchas ganas.
De tu etapa más pop, ¿a qué le guardas más cariño?
A lo que le guardo más cariño de estar en mi grupo [La Quinta Estación] es el hecho de haber podido viajar a México y quedarme acá a vivir. Eso me cambió para siempre. En México encontré la música que quiero cantar por el resto de mi vida. Es el lugar en el que aprendí a comer cosas nuevas, muy ricas. También aprendí a vivir muy “a la mexicana”, en el sentido de que disfruto más las cosas. Ustedes tienen una actitud ante la vida muy positiva. Así de: “bueno, si está lloviendo no hay pedo, salimos”. También aprendí a vivir sola en un país nuevo. En México me recibieron con mucho cariño desde que llegué, aún cuando no era nadie. La gente siempre ha sido amable conmigo. Tengo una deuda impagable con ustedes.
¿Cómo es en los conciertos?
Ustedes son lo más divertido que hay, echan porras por todo. Me encanta cantarle a México. Ahí me van a tener que aguantar hasta que me muera.
Uno de tus puntos fuertes es precisamente eso: la reinterpretación que has hecho de clásicos nacionales. ¿Cuál es la que más disfrutas cantar en vivo? Intuyo que será una de José Alfredo...
Sí —risas—. Me gusta mucho, desde que grabé el disco De Jiménez a Jiménez (2024) fue como reencontrarme con la música. Fue pensar: “qué maravilla que hay canciones así, que puedo grabar con una sinfónica, que puedo grabar con mariachi en un teatro así”. Fue reencontrarme con el gusto pleno por la música, por lo que amo. Y sí, de las canciones que canto, de las que más me gustan, es la versión que hacemos de “Un mundo raro”, con guitarra y voz. Sin nada más. Y el público enloquece.
La música mexicana tiene muchos matices, desde la voz...
Total.
¿El acercamiento con la música regional lo tuviste hasta que viniste a vivir acá?
De chiquita, cuando tenía siete años, mi papá se fue de viaje a Acapulco por trabajo. Era 1980 y tantos. Entonces, él trajo un sombrero de mariachi enorme a la casa, de terciopelo y con lentejuela, y lo colgó detrás de la puerta. Eso era lo único que yo tenía presente de México, bueno, y que en mi casa se escuchaba a José José y a Los Panchos. Pero no fue hasta que fui a México que conecté realmente con el mariachi.
Es un género que tienes que vivir para entender.
Sí, exactamente. Dije: “ah, no, es que esto es mucho más profundo de lo que suena”.
Y eso es algo que has recuperado muy bien en tus shows. ¿Qué podemos esperar de tu próxima fecha en el Auditorio Nacional?
Ya tenemos todo listo. Estamos con los ensayos generales, ya tenemos todo el vestuario, que es de Benito Santos, todo hecho en México. Ya tenemos el setlist. Igual vamos a estar haciéndolo por bloques. En el primero vamos a evocar la época de la OTI, vamos a traer grandes canciones de José José, de Rocío Jurado, de Lola Flores, de Camilo Sesto. Después vamos a pasar al pop con mis clásicos, luego a un set acústico con canciones de José Alfredo, justo de Los Panchos, boleros. Como ya es costumbre, cerramos con mariachi y una canción de Juan Gabriel que nunca he cantado en directo.
Un poquito de todo: pop, mariachi, lloradera...
Sí, de todo. Tengo un público muy diverso y quiero que todos se vayan felices, con la sensación de haber visto un gran espectáculo.
