Las dispersas pero exquisitas melodías de beats temperamentales de The xx son, simplemente, el sonido de Londres, reflejando la superficie resistente de la ciudad así como su blando corazón. El grupo se formó a mediados de los noventa, mientras estudiaban en el Elliot School, en Putney. En menos de una década, la banda ha ganado el Mercury Prize, vendido más de un millón de copias de sus dos álbumes, y estampado el mundo con sus grandes x.
Estas son razones para ser felices, muy felices y, sin embargo, en las fotografías, el trío tiende a salir como góticos ceñudos, a punto de ser forzados a ir a la clase de deportes.
"Nuestro default es ser miserables", dice Sim entre risas.
"Probablemente nos vemos un poco alterados en las fotos. Creo que es algo que me gustaría cambiar: la percepción de que sólo somos gente seria y miserable. No me siento tan deprimida", reconoce Madley Croft.
En persona están lejos de ser hoscos. De hecho, son maravillosamente amables. Madley es sensible y platicadora; Smith es callado y furtivo; y Sim es tan relajado que sus oraciones siempre inician con ruidos indescifrables.
El padre de Madley Croft murió en 2013, cuando The xx estaba en su primera gira. Ella ya había perdido a su madre unos años antes. Su cercanía a Sim, a quien conoce desde la niñez, se refleja en el disco: en las vocales hipnotizantes del par que van y vienen, sonando dolorosamente afectuosas. Lo suyo no es un lazo romántico, pero hay algo en la cualidad nocturna de la música de The xx que los escuchas encuentran sexy. En efecto, los discos de la banda se han convertido en la música de fondo preferida para la cama de sus ardientes fans de todas las edades.
"Un entrevistador a la mitad de sus cincuentas nos contaba, bastante gráficamente, como 'Infinity' le recordaba a la vez que había perdido su virginidad", recuerda Sim.
Madley Croft continúa en el tema: "Hemos tenido parejas que vienen después de nuestras tocadas y nos dejan saber que... –titubea antes de encontrar la frase adecuada– han pasado un rato agradable con nuestra música. No sé qué decir. Nunca fue la intención. Cuando estábamos haciendo nuestra música nunca dijimos algo como, '¡Wow, esto es muy sexy!'".
"Me siento más feliz que nunca", dice Smith inexpresivamente, hablando de repente, después de un silencio tan largo que había empezado a olvidar que estaba ahí. Debería sentirse feliz: actualmente es uno de los productores más cotizados del planeta.
"He tenido conversaciones con gente con la que trabajo, dicen que pueden escuchar algo diferente en Londres. La razón por la que grandes estrellas estadounidenses están consiguiendo productores ingleses es por ese sonido particular: no quieren sonar como todo lo demás que hay en el Top 10 de Estados Unidos, que se está volviendo tedioso", explica.
El sonido de Londres se está convirtiendo en el sonido del mundo. Esto, como Smith acuerda, pone a The xx en un buen lugar.
"Ahora sabemos cómo hacernos felices. Cómo estar de gira y cómo estar cuando no viajamos. Cuándo estar juntos y cuándo no estar entre nosotros", dice.
A pesar de las buenas intenciones de todos, tocar no siempre es tan divertido. Los festivales en particular pueden agitar emociones negativas como lodo bajo una banda de hombres bailando vestidos de pitufos. Sim hace muecas ante una memoria de ser abucheado fuera del escenario.
"'¡Chinguen a su madre y traigan a Scroobius Pip!', alguien gritaba", recuerda. "Nos aventaron botellas. Teníamos 19 y estábamos tocando en una granja. Cuatro canciones y nos tuvimos que bajar. Creo que eso fue un punto bajo".
Madley Croft tocó fondo el año pasado en Alemania.
"A la mitad de nuestra canción 'Shelter' –que es una balada bastante emocional– de pronto todo el público comenzó a celebrar. Alemania acababa de meter un gol y lo habían pasado en las pantallas a los lados del escenario. Todo mundo se volvió loco. Tuvimos que pausar, aplaudir el gol, y seguir con el show", recuenda ella.
The xx se presentará en el escenario Corona el 12 de octubre a las 8pm.
Traducido por Beatriz Vernon