Diego Villalón de la Escuela de Ballet del Valle
Foto: Time Out México/Alejandra Carbajal

Entrevista con Diego Villalón

Desde los ocho años, Diego Villalón ha practicado ballet con el objetivo de convertirse en bailarín profesional. Nos contó las experiencias que ha vivido durante este tiempo

Escrito por
Amanda Sucar Warrener
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Frente a mí se encuentra Diego, un chico de 13 años bastante tímido y callado, pero inmediatamente sonríe al hablar sobre su gusto por el ballet. Diego comenzó a bailar a los ocho años con el propósito de hacerlo de manera profesional; cinco años después esa claridad de su infancia se mantiene firme gracias a su constancia, disciplina y compromiso —un gran ejemplo para muchos y sin duda una muestra de que cada paso que da, lo hace con amor y convicción.

“Creo que el ballet es una disciplina muy elegante, por eso me gusta”, dice Diego al hablar de su preferencia por las artes sobre los deportes. “He jugado futbol y practiqué taekwondo, pero me llama más la atención el ballet. Además, bailar me da más libertad para expresarme”, añade, tras explicar que además de cursar sexto grado de ballet, estudia violonchelo en el Centro de Iniciación Musical de la Facultad de Música de la UNAM, aunado a sus responsabilidades escolares.

Su primer acercamiento al ballet fue acompañando a su madre a recoger a su prima después de sus clases de baile. “Eso detonó que yo quisiera estudiar danza y desde un inicio conté con el apoyo de mis padres para que mi sueño se hiciera realidad”. Sin embargo, para Diego fue difícil encontrar una escuela que le abriera las puertas.

“No me daban la oportunidad de inscribirme por ser hombre. Incluso hay familiares que me han criticado y consideran al ballet como una actividad para niñas. Yo digo que si fuera para niñas no existirían los papeles masculinos. Me parece ridículo lo que dice mucha gente, pero en lugar de molestarme, les comparto mi punto de vista (…). A mí ya nadie me puede detener, porque no me importan los prejuicios de la gente”.

El apoyo de sus padres también ha sido muy importante. “Han sido muy movidos e inteligentes para ayudarme a organizar mis tiempos. Siempre me han apoyado sin importar lo que los demás piensen”.

Al preguntarle sobre las exigencias físicas y mentales del ballet, asegura que aunque es una disciplina estricta, la escuela a la que asiste le permite avanzar conforme a su propio ritmo. Para él ha sido esencial el apoyo de este espacio, donde toma clases cuatro veces por semana y es el único hombre en su grupo. “A mí me conviene porque recibo atención personalizada cuando estoy haciendo ejercicios para hombres, esto me permite avanzar”.

Su proyecto a futuro es terminar los cinco grados que le faltan de ballet e incorporarse a una compañía de danza para bailar de manera profesional, mientras tanto trabaja arduamente para lograrlo, a la vez que se inspira viendo diferentes ballets en YouTube y cuando puede, en el teatro. “Mi ballet favorito es Giselle, es más real que otros ballets, no es la típica historia con final feliz, pero también recomiendo El Cascanueces, es muy mágico y atractivo”.

Y para todo aquél que tenga interés por bailar sólo comparte una cosa: “Que no te de pena, a mí me ha costado trabajo porque siempre he sido muy introvertido, pero mis maestras me han dado confianza para ser más abierto. Tienes que hacer lo que te gusta”.

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