1. Foto: Víctor Hugo Morales
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Camina por Clavería

Recorrimos de punta a punta Clavería. El resultado fue una expedición gastronómica

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Era jueves a las 3pm y todos los restaurantes estaban llenos. En Nicos sonaban las mañanitas; en El Mochiteco las cartas con el menú pasaban de una mesa a otra, y en Marco Polo los comensales brindaban con una copa de clericot mientras esperaban su antipasto. Lo mismo pasaba en los locales de comida corrida: las mesas llenas y la gente hambrienta.

Era mi primera vez en Clavería y quería recorrerla de punta (Azcapotzalco) a punta (Cuitláhuac). Mi lugar de partida fue el Metro Refinería -la estación del ícono de los contenedores de petróleo, la naranja-, a un ladito del Parque Bicentenario (espacio verde que está en la colonia contigua, así que "pasé sin ver").

Para adentrarme en la colonia debí caminar bajo las altísimas torres eléctricas que se pavonean en un camellón pastoso. Muy bonita la vista y todo, pero yo esperaba escenografías egipcias y griegas, considerando que la colonia tiene calles llamadas Heliópolis, Oasis, Alejandría e Ítaca. Tampoco vi las casonas porfirianas que prometió Wikipedia. En su lugar, me crucé con un busto de Yasser Arafat, otro de Margarita Maza de Juárez, una estatua de José José y muchas áreas verdes.

Mi itinerario tenía La Casa de Toño y las instalaciones del IPADE como paradas obligadas. Sin embargo, el tiempo se me fue en B&P Toys Trains, tienda especializada en ferromodelismo. Mi hambre -y curiosidad- me obligaron a cambiar una orden de flautas por la torta ahogada de Tres con Todo.

Me hacía falta un postre. Una paleta de Baileys de La Conería Gelato se cruzó en mi camino mientras caminaba rumbo al famoso Parque de La China. Aunque ansiaba ver la estatua del intérprete de "He podiiiiiido ayudaaaarme a vivir", estoy segura de que al José José de bronce le hubiera gustado sorprenderme tanto como lo hizo aquella delicia. Seguí por las calles sin edificios sólo para advertir que la vida loca de Clavería se concentra en su avenida homónima.

Volví sobre mis pasos para hacer algunas paradas estratégicas: el gimnasio para perros Casa Luna Pet's Club; el centro de yoga Keep Well; la cafetería New Moon Café, creadora de una bomba para tus arterias preparada con chocolate blanco y jarabe de plátano (¡srlup!); Styllus Consultores de imagen, una de las más de 15 estéticas con las que me encontré -llegué a contar tres en la misma avenida-, y la Krepería Un Dulce Momento.

Para entonces ya era hora del monchis, así que me tuve que detener a comprar un vasito de churritos de maíz, gomitas y frutos con Miguelito en Atask2.

Durante mi regreso pensé en las cinco palabras con las que definiría a Clavería: dulce, disciplinada, radiante, gastronómica y -sobre todo- muy guapa.

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