Una vecindad a unas cuadras de la Plaza de Santo Domingo es la sede de Central del Pueblo, un proyecto con el que se busca transformar y fortalecer su entorno por medio de talleres gratuitos que fomentan la expresión y el pensamiento crítico.
Hay cursos artísticos, como los de pintura y teatro, además de talleres relacionados con oficios, como mantenimiento de bicicletas y carpintería. Así, los alumnos adquieren herramientas para enfrentar su entorno de una forma más consciente y creativa.
Los antecedentes de la organización se remontan a la Fábrica de artes y oficios (FARO) de oriente y al Teatro del Pueblo. Fue en 2009 cuando se mudaron a La Lagunilla para contribuir a la formación y convivencia de los vecinos.
“Creemos que la educación nutre a los alumnos y hay niños de aquí cerca que no van a la escuela, así que aportamos con su formación”, señala Abril Reza, quien ayuda en la producción de eventos del colectivo.
Argel Gómez, uno de los fundadores, señala que el curso de verano es uno de los favoritos: en lugar de pasar las vacaciones viendo la tele o vendiendo en el tianguis, los niños pueden jugar y aprender en este espacio.
El panorama actual es delicado, pues los recortes al presupuesto de cultura han minado el proyecto, mientras que en Central del Pueblo se insiste en mantener los cursos libres de costo para seguir siendo una iniciativa incluyente. A pesar de las dificultades, la voluntad de quienes sostienen el proyecto persiste, y nuevas generaciones de alumnos siguen nutriéndose en esta vecindad cultural.