Don Giovanni o el disoluto absuelto

  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

En 2006, Antonio Castro, director de escena, conoció en la Feria del Libro de Guadalajara a José Saramago mientras ensayaba una lectura. Saramago, ya Premio Nobel de Literatura, se acercó a él y le susurró que también tenía obras teatrales escritas. Fue así como Antonio llegó a la obra de Don Giovanni y, a dos años de la muerte del escritor, decidió montarla, acogido por Teatro UNAM, con un elenco de primera: Martín Altomaro, Carlos Cobos, Lucero Trejo, Humberto Solórzano, Erika Koré Acuña y Rodolfo Blanco. La literatura de José Saramago se caracteriza por poner de cabeza los grandes mitos occidentales. Basta recordar sus novelas El Evangelio según Jesucristo, La caverna o Caín. Así que es de esperarse que, si iba a escribir teatro, no iba a resistirse al seductor y libertino Don Juan, personaje arquetípico de la literatura dramática de occidente que, desde que Tirso de Molina le dio forma en El burlador de Sevilla, ha desfilado por los escenarios del mundo. Moliére, Zorrilla y Shaw han utilizado su mito para criticar o avalar la moral de su época. José Saramago, por supuesto, tenía otros planes…

“Esta obra es una reacción de Saramago al libreto de la ópera de Mozart con libreto de Lorenzo Aponte, Don Giovanni, o el disoluto condenado. Aquí, Saramago da un giro al mito y se pregunta si Don Juan efectivamente es este seductor implacable o si más bien es chivo expiatorio de una sociedad hipócrita…”, comenta Antonio Castro.

Saramago juega con referencias directas a la ópera: todos los personajes son revisitados e inclusive cita fragmentos enteros como lo es El catálogo de Leporello, donde el actor Carlos Cobos interpreta la famosa aria. “Es un trabajo provocador, un grito libertario en contra de la hipocresía y el autoritarismo”, nos dice el director, “…aquí el autor no condena a Don Giovanni; al contrario, lo complejiza y sugiere que hay un condicionamiento social que provoca una fuerte crisis de identidad, y ¡nunca es Don Juan quien detona la transgresión! Así es como Saramago logra desmitificar una de las grandes fábulas eróticas de occidente”.

En este trabajo, Antonio Castro incorpora el registro operático de los personajes a su búsqueda por la puesta en escena contemporánea. Otro premio Nobel en los escenarios mexicanos que tiene mucho qué decir.

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