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Ciclovías, murales y estaciones, la ciudad tiene una tradición ferroviaria que se niega a desaparecer. Salimos en busca de sus huellas.
Los vestigios ferrocarrileros en los límites de Polanco ahora son para el transporte limpio. La ciclovía del Ferrocarril de Cuernavaca, inaugurada en 2011, sigue casi la misma ruta hacia el sur que el tren que le dio nombre, incluido el paso por Magdalena Contreras. Por su paso se encuentra de todo, desde el paisaje corporativo-residencial de Polanco y Las Lomas hasta los pueblos típicos del poniente. Luego se abre paso hacia el horizonte rural del sur. En 2012, en el extremo norte fue inaugurado un parque lineal, para ampliar el espacio público del Nuevo Polanco.
Mural Viaje del siglo XX
Un siglo después de funcionar como la estación local del tren, este rincón en el centro de la Magdalena Contreras reaprovecha el espacio, al mismo tiempo que rinde tributo al pasado. El parque de la estación, en la antigua parada del Ferrocarril de Cuernavaca, mantiene al tren como leitmotiv, con un gran mural del artista Ariosto Otero. La obra Viaje el siglo xx recupera algunos de los rieles y durmientes originales de las vías como elementos plásticos. A unos pasos de la estación se encuentran vestigios de la fábrica textil El Águila (ahora ocupados por el foro cultural de la delegación), el barrio de La Conchita y la iglesia de Magdalena Atlitic.
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Tren Suburbano Buenavista
Sí, el Tren Suburbano deja mucho que desear, pero la estación Buenavista es una delicia para los nostálgicos. Sus andenes son el único punto de la ciudad en el que puedes revivir la experiencia del tren de pasajeros. Funcionó como la puerta de entrada al DF desde finales de los cincuenta y vio su ocaso en 1999, cuando cesó sus operaciones. Reabrió nuevamente sus puertas en 2008. La belleza de la terminal quedó plasmada en la época dorada del cine mexicano, en la cinta Distinto amanecer, protagonizada por Pedro Armendáriz.
Ferrocarril Central, Nueva Santa María
El paso del tren tiene una manera particular de estremecer el piso y las casas. Los vecinos de la Nueva Santa María lo saben bien por el simple hecho de que lo experimentan todos los días. ¿En qué contexto uno tiene que detener su auto para que pase el tren? Definitivamente en este sitio, a un lado del Circuito Interior. La Nueva Santa María, una colonia con todo el aire de barrio de Azcapotzalco y con una variedad gastronómica impresionante, se ubica justo en el camino de los trenes que entran y salen del corredor industrial. Se mecen a baja velocidad entre las casas y pitan de vez en cuando. Como en una película, el sonido de este mastodonte marca la circulación local y, de alguna manera, también la vida. Vale la pena detenerse a admirarlo. Uno de los sitios para hacerlo es el crucero de la avenida FF.CC. Central y Tlalilco, aunque encontrarlo es cosa de suerte porque no hay un itinerario fijo. Eso sí, no esperes ver vagones pintorescos del siglo pasado ni algo sofisticado como los trenes europeos. Son simples contenedores.
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