Los favoritos de Chuck Pereda

Unos helados súper random que conocí gracias a mi coconductora de Sonar, la señorita novelista Brenda Lozano, quien tuvo a bien presentarme uno de los lugares más peculiares del DF. Abierto casi todo el año (sólo cierran medio día el primero de enero). Todos sus helados son artesanales y están hechos en la madrugada por el dueño y gerente quien, sospecho, tiene un TOC.

Soy celíaco, es decir, comer trigo me da gases y diarrea. Así que, éste es uno de pocos lugares en los que puedo comer pan (de arroz) y pasteles (de quinoa) sin pedorrear a toda la concurrencia después. El dueño es hermano de un artista conceptual de la Condesa, goeeei y la neta, es muy buen tipo. Tienen buenas cosas y rotan productos nuevos. Bien vale una visita aún si no comes tan sano.

Si Botellita de Jeréz te vendió la idea de que lo "naco es chido", el Village es capaz de convencerte de que "pinche es padre" con su servicio de tres pesos y sus platillos de cinco vendidos a 40. Es un poco como las Chokis originales (no estas nuevas que están más cercanas a unas Chips Ahoy), o las galletas de animalitos de costal: pinche, pero parejo. De alguna manera les terminas perdonando todo porque se rifan con los chilaquiles y fuck it, no hay nada a distancia caminable para desayunar en toda la colonia Noche Buena.