Ponis
Son peludos y adorables. No necesito decir más. Bueno, sí, es un gusto sólo para niños. De por sí es un gran esfuerzo para estos pequeños cuadrúpedos soportar algo de peso en sus espaldas como para que un grandulón se quiera subir. Son una tradición no escrita de la ciudad. Creo que todos alguna vez lo hemos hecho o al menos nos hemos proyectado acariciando sus largas crines (cabelleras, pues). Dicen que es terapéutico. Hay que procurar que estén saludables, evitarles cualquier tipo de abuso. También es importantísimo hacerle entender a los niños que no están ante un juguete. Una postal que me gusta de estos recorridos son los niños pasando frente a la estatua de Francisco Villa. Es como ver a una familia de centauros. ¡Ajúa!