Ilustración de una mujer rubia y otra mujer morena
Ilustración: Cortesía Editorial Kamite
Ilustración: Cortesía Editorial Kamite

Rockstar Comic: Betty y Verónica, aire fresco para las chicas de Riverdale

El cómic de Betty y Verónica llega a México por Editorial Kamite y es la recomendación semanal de Jesús Chavarría

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Si bien para alcanzar el éxito, la serie Riverdale apostó por los lineamientos de fórmula correspondientes al drama juvenil y el suspenso con aire a telenovela, conservando únicamente los nombres del cómic que toma como base, al menos eso sirvió para que este terminara de consolidar una necesaria reinvención, la cual ya venía empujando desde unos años antes y que no terminaba de llevar hasta sus últimas consecuencias.

Fue así, con la llegada de dicha producción de Warner, que el universo Archie asumió verdaderos riesgos en su propuesta visual y fue más allá de las literalidades en las que había caído con respecto a la inclusión y la equidad. Esto último dio como resultado títulos como el que hoy nos ocupa, y que independientemente de sus deficiencias, sin necesidad de trasgredir su esencia, representó la interesante puesta al día de un clásico. 

Con el guion y el arte a cargo de Adam Hughs, quien se ha desempeñado más como ilustrador, lo cual queda en evidencia cuando los toques de comedia incluidos se quedan a mitad del camino, Betty y Verónica ofrece una mezcla entre el espíritu de los idílicos suburbios estadounidenses de mediados del siglo pasado, donde prácticamente todos sus habitantes se conocen y aún aprecian el encanto de la vida simple, con la intensidad de la vida moderna, su fijación con las redes sociales y el uso de los dispositivos.

Tal escenario que ya de por sí es un seductor guiño a la nostalgia por ese mundo análogo que ya se ha ido, resulta ideal para que, a través de un detonador tan convencional como la inminente extinción del merendero del lugar, las dos chicas protagonistas queden frente a frente en una lucha descarnizada. Esto le da un significativo giro a su relación —icónica dentro del mundo de las viñetas y la cultura pop—, pues dejan de lado a Archie, quien siempre ha sido la razón de la rivalidad entre ellas. De esta forma se aleja de los estereotipados roles de género y apuesta por una mayor complejidad, al develar las razones del conflicto, apuntando a un conveniente empoderamiento femenino. 

Pero eso no es todo, la trama que transita entre lo truculento y lo entrañable, es guiada por un peculiar narrador canino —la célebre mascota de Jughead—, quien entre juegos narrativos y la desapareción de algunas páginas que dan pie para que los protagonistas rompan la cuarta pared, le otorga de una enrarecida y refrescante irreverencia a la propuesta. 

Por supuesto, el arte es uno de sus principales atractivos: con un trazo elegante y colores deslavados para composiciones de espíritu fotográfico, reminiscencias pinup, y el realismo en los rostros que por momentos rompe con expresividad caricatúrezca, ofrece seductoras visiones llenas de nostalgia con las que es fácil engancharse.

Así pues, como decíamos al principio, el humor es la pieza floja del mecanismo; sin embargo, eso no hace menos entretenido e interesante lo que fue este reinicio del título Betty y Verónica —publicado en México por Editorial Kamite—, que conforme pasa el tiempo cobra aún mayor sentido con respecto al replanteamiento de sus dos emblemáticas figuras femeninas.  

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  • Qué hacer

A partir de la investigación encabezada por James Gordon, sobre el asesinato cometido aparentemente sin sentido por el Acertijo, la cual da pie a inquietantes interrogatorios, violentas pesquisas y sangrientos escapes, entregando de paso cruentas declaraciones que hacen referencia a joyas del mundo de las viñetas como Batman: Killing Joke, las cuales van más allá del simple fanservice, adquiriendo un fatídico peso dramático dentro de la trama; se desarrolla otro más de los acostumbrados y siempre interesantes acercamientos de Tom King a los rasgos patológicos latentes en la mitología de los superhéroes, en este caso la generada alrededor del vigilante de Ciudad Gótica, quien esta vez luce más despiadado, asqueado y enfermo que nunca.

Yendo y viniendo entre su pasado escolar y de violencia familiar que detonó su obsesión por los enigmas que de ser su peor pesadilla pasan a ser su estilo de vida, y su presente de retorcidas y despiadadas manipulaciones que hacen de la coacción un sangriento mecanismo que cobra víctima tras víctima y empuja a sus oponentes a un callejón del que solo hallarán la salida si trastocan de forma irremediable sus principios y abandonan sus escrúpulos, es que aquí son expuestos los orígenes de quien es conocido como el Acertijo.

Los trazos delgados que recorren como grietas las pinceladas granosas de color, sobre viñetas que se desdibujan como los límites entre la razón y la demencia, en secuencias recargadas que se pasman en ilustraciones a página completa para enfatizar el panorama desolado e infeccioso de una urbe sin salvación; son el reflejo ideal creado por el artista Mitch Gerards, para redondear la justa y enfermiza reivindicación de un villano clásico como uno de los enemigos más interesantes, infames y peligrosos del legendario Batman.

Batman One Bad Day: The Riddler es un pasaje relativamente corto pero no por ello menos brutal. Lo publica Panini Comics en elegante edición de pasta dura con un sutil toque de quinta tinta para el título, e incluye una galería de sugestivas portadas alternativas realizadas por gente como Brian Bolland, Jim Lee y Jorge Fornés que terminan por convertirle en un verdadero objeto de colección. 

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