A finales de junio, todo julio y principios de agosto, sucede un fenómeno natural que todo mundo debe presenciar al menos una vez. Se trata del ritual de apareamiento de la luciérnaga Macrolampis Palaciosi, endémica a la región de Tlaxcala. Este mágico proceso está al alcance de todos y a menos de tres horas de la Ciudad de México, por lo que es una de las mejores escapadas.
Piedra Canteada se encuentra en el bosque denso de la frontera de los estados de Puebla y Tlaxcala, en San Felipe Hidalgo, Tlaxcala. No importa que vayas a la mitad del verano, la altura a la que se encuentra este lugar –a más de 2800 metros sobre el nivel del mar– lo ha bendecido con frescura, nubes, lluvia y una vegetación y fauna propias de un bosque encantado.
Además del avistamiento de las noctilucas, este ecohotel cuenta con actividades todo el año, como senderismo, campamentos, tirolesa y ciclos de paseos en bicicleta de montaña. Si prefieres disfrutar de la naturaleza y tener las comodidades adecuadas, tienen cabañas recién construidas, de toque rústico, con camas y baño completo ($2300 para seis personas); además, hay un restaurante que sirve comida regional, te aseguro que sus chilaquiles verdes con costilla y un café hirviendo a primeras horas de la mañana te alegrarán más el día.
A diferencia de los que vivimos en la CDMX, los bichos de luz son puntuales y si las condiciones climáticas lo permiten, en punto de las 8:30pm comenzará el espectáculo. Los visitantes son divididos en grupos pequeños y llevados por senderos diferentes para lograr un mejor avistamiento y un menor impacto al ecosistema; se deben apagar las luces artificiales, no emitir ningún tipo de ruido y seguir al pie de la letra las instrucciones del guía, está de más decir que no debes tirar basura ni contaminantes de ningún tipo.
A esas horas, la penumbra es reina del bosque y comienza a atenuar la luz del sol que apenas logra entrar por las copas de los árboles. La humedad incrementa en el ambiente minuto a minuto y respiras el aire más fresco que has sentido en toda tu vida. Es un proceso de nerviosismo, pues esperas que todo salga bien y se haga posible el avistamiento. Entonces ves un pequeño destello hacia un lado del bosque, luego otro y otro más, y sientes una emoción desbordante. El guía te conduce por un sendero que te introduce al bosque casi a oscuras, pero tus sentidos están más despiertos que nunca, sientes la humedad en el aire que es perfecta para estos insectos luminosos que salen cada vez en mayor número y con más frecuencia.
La oscuridad llega por completo y el guía hace una parada ideal para el avistamiento. Es algo difícil de describir por su magnitud en belleza; las luciérnagas que vuelan son machos y se encuentran en un concurso para conquistar a las hembras, los destellos son breves pero intensos, vuelan de un lado a otro e incluso hacia ti y tu ropa, debes ser muy consciente para no lastimarlas. De pronto parece que se han puesto de acuerdo y forman patrones luminiscentes que se mueven hasta donde alcanzan tus ojos, pero podría ser efecto visual del bosque. Te recomiendo que disfrutes de esta maravilla y desistas de intentar capturarlo con tu teléfono, el flash es algo impensable con consecuencias dañinas para estos insectos. A las 9:30pm el flujo de lucecitas comienza a aminorar, hasta que desaparece solo o llueve de manera torrencial (no olvides llevar ropa cálida, botas e impermeable). El chiste es que el más brillante se va con chica, el que no, podrá hacer otro intento alrededor de las 3:30am en otro ritual más pequeño y breve.
Piedra Canteada es accesible con tu vehículo, o bien, aprovecha las salidas de Autobuses Texcoco (TAPO) hacia este destino todos los días de la temporada, te recomiendo revisar las partidas con anticipación. Eso sí, insisto en que visitar este lugar requiere de mucha conciencia ecológica y respeto por la naturaleza: cállate durante el recorrido, apaga tu teléfono y disfruta lo más que puedas para que ese momento quede en tu memoria.
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