Me aventuré a visitar este lugar en lunes. El nombre sugiere carne de alguna res de sangre azul, príncipe de su reino.
Apenas entro, descubro un estante con cervezas dignísimas para la sed. Al preguntar sobre la carne, una amable señora me dice que se ofrece los viernes y sábados.
El menú de este acogedor restaurante-tienda, de un diseño que bien podría ser copy-paste de algún comedor de la Roma, incluye baguettes, ensaladas, empanadas, tapas y croquetas de serrano, atún o queso maasdam, además de postres de la casa y muffins con huevo para el almuerzo. La sed se apaga sola cuando me comentan la escasa variedad de cerveza fría. Opto por una Tijuana Güera, no lo suficientemente fría, luego de que me muestran la única Samuel Adams disponible.
Pese a este desaire, el servicio es rápido y atento. No tardo en recibir una empanada de espinaca con queso, acompañada de chimichurri y salsa picante.
Justamente es esa, la salsa de la casa (don emilio), la que sobresale. Una delicia de chile pasilla y aceite de oliva, picante y perfecta para una empanada dorada al punto y con un relleno generoso. La baguette, en cambio, es escasa. Si bien los quesos y el pan son deliciosos, sólo la acompaña una tímida porción de lechuga. La sorpresa la da la empanada de manzana con queso. El primer bocado remite a un strudel, pero pronto el queso ofrece un sabor peculiar. En una zona con pocas opciones de comida de calidad a buen precio, este lugar podría convertirse en un consentido de los vecinos.
Esa res de sangre azul sigue en espera.