En su vida pasada, la parte baja del edificio art nouveau con el número 54 en la Guanajuato, era un bar pintado con calaveras, llamas y heavy metal. Afortunadamente hace más de dos meses encarnó en Latitud, el proyecto de Hamish Anderson que antes se presentaba en pop-ups con brunches los fines de semana, y que ahora ofrece una mezcla de hot country food con comida mexicana regional de manera permanente en la Roma.
El lugar es pequeño y contrasta con la imponente fachada del edificio. Eso sí, nada de mobiliario presumido que nos distraiga de la comida. Nos reciben sillas de madera sencillas y un cómodo tapanco a donde llegan rápidamente los meseros para resolver cualquier duda. La carta es amable y no condiciona a la clientela, vi a familias con niños y modernillos residentes de la colonia por igual.
A la hora del brunch, recomiendo el pan francés con pan brioche, fresas y un tocino delicioso que no te dejaba esa sensación grasosa en la boca; otra buena opción es una versión de crab cakes con salsa de naranja y los buttermilk pancakes, una especie de hot cakes con plátanos salteados. A la hora de la comida, los jerk chicken tacos (pollo a la jamaiquina) son decentes y las costillitas de té de limón y chile en salsa de yogur están para volverse loco.
La oferta de Latitud es como un respiro en medio de la oferta gastronómica de la ciudad. Aquí no hay tiempo para las sutilezas. Su mayor virtud son los riesgos que toman al combinar sabores, esto les ha ganado su reciente fama. No te vayas sin probar los biscuits con salsa gravy.