En la temporada de primavera, Casa2doce comenzó a operar en la Del Valle con un menú enfocado en cocina internacional. El restaurante está en una calle tranquila y, de primera impresión, se perfila a ser un local de barrio y de ambiente muy familiar.
Notable es el empeño en su decoración y estilo, pues cuenta con un toque un tanto femenino, perfecto para el desayuno de mamá y sus amigas. Además es pet friendly: no hay problema en que tu amigo de cuatro patas te acompañe mientras te tomas un café.
En su menú de comida hay entradas como tacos de pato confit y aguachile de camarón, a las que le siguen ensaladas con base en lechugas frescas, como la de pollo o la de manzana con pera al grill, que lleva queso de cabra y se acompaña con un aderezo de mostaza, miel y jengibre.
Probamos la sopa de cebolla, reconfortante para una tarde dominguera: queso derretido, crouton de pan, cebolla caramelizada y un caldo espeso componen un platillo bien ejecutado y de gran sazón. La porción, además, es generosa.
No obstante, el preludio agradable que encontramos en la sopa de cebolla no se sostiene en el resto de los platillos (carita triste porque en verdad el domingo es muy ameno). El fetuccini con camarón, almeja y pulpo es una decepción: la pasta está sobrecocida y el conjunto resulta grasoso, pues llega a la mesa recubierto con una mezcla de mantequilla y paprika, y eso es todo: sin un ápice de sazón.
Habrían rescatado el plato una hierba aromática por aquí, una salsa provocativa por allá, y una cocción adecuada del pulpo. Por lo menos un poco de sal y pimienta.
Nos aventuramos por el corte New York al grill, y, ¡oh! ¡Más tristeza! La carne no está en el punto indicado, y es evidente que las papas gajo que pedimos como acompañamiento no se frieron a la temperatura correcta, pues están convertidas en esponjas de grasa. El resto de las guarniciones sufren de una falta de imaginación: pimiento y calabazas asadas, carentes de coquetería alguna.
Pese a esta súbita caída, el mesero busca la retroalimentación de un cliente no tan satisfecho, y nos dice: “estamos comenzando y buscamos siempre mejorar”. Resulta desalentador conocer proyectos cuyo entusiasmo se denota en el mobiliario, pero se pierde en la carta y en la cocina. Falta atrevimiento, curiosidad, imaginación y, por supuesto, apretar las tuercas de la técnica culinaria. Esperemos que la experiencia en casa2doce mejore con el tiempo.
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