Aunque es una oda a la cocina mexicana, también es una comida corrida con un poco de todo. Come desde unos sopecitos con pollo o unos tacos de arrachera hasta una pizza, pasta y vino con jazz y bossa nova en tus oídos; suena a una miscelánea extraña, pero así funciona en Fonda Azul y es parte de su encanto.
Es un restaurante amplio con mínima decoración, sus paredes son blancas pero en una de ellas pintaron palabras en inglés que aunque parecen aleatorias, te conectan con el placer de comer bien y de sentirte como en casa, cliché, pero embonó muy bien con el concepto.
Si quieres pasar a comer rapidito entre semana, el menú cuesta 85 pesos y consta de cuatro tiempos con sopa, ensalada, plato fuerte y postre; lo que podrás comer cambia cada día, te ofrecen platillos como pescado a la veracruzana o rollos de pollo rellenos. También tienen desayunos. Te recomendamos los huevos con queso gouda, unos motuleños o el omelette garden con pimientos y espinacas.
Fonda Azul es otra de esas cocinas creativas que no se conforman con darte un plato con un buen nivel de sal, sino que comparten contigo el gusto por una comida diferente y saludable.