Elefante Delikatessen Gourmet

¿Qué define a un restaurante gourmet? “La calidad de los ingredientes y su origen natural; nada viene de una lata ni está precocido o congelado”, respondió el cocinero de este deli que lleva más de seis años abierto. Eso es justo lo que recibes en este acogedor local que te transporta al interior de una tienda de campaña en la jungla africana.

Para desayunar, elige las mesas exteriores con plantas y música; serán el mejor condimento para tu omelette de espinacas en salsa poblana (que, por cierto, es realmente ganadora). Sabe a elote y a tomate verde amargo, con un toque picante final. El platillo en sí habla de una delicada organización y una amplia atención al detalle, pues la combinación de queso cotija fresco con ajonjolí espolvoreados sobre la salsa le dan la redondez digna de un sabor de alta cocina. Asegúrate de complementar con un jugo de pera natural.

Si bien las opciones de desayuno son poco innovadoras, la carta de ensaladas lo compensa. De hecho, son la especialidad de la casa. Aunque comer lechuga puede parecer simple y aburrido, en Elefante hacen extreme makeovers para presentar versiones de la verdura rebosantes de tamaño y sabor; como la kinshasa, la cual combina jamón serrano con vinagre balsámico y nuez garapiñada. Sabe a Navidad. Pregunta también por las aguas de sabor de temporada, obtendrás una amable respuesta.

En pastas, la de tres quesos cumple, aunque no es el punto fuerte. Si no andas de humor para el queso azul, pídela rebajada con uno de cabra y, de paso, acompáñala con una ensalada watussi; sus notas dulces de arándano y manzana valen la pena.

Los aplausos se los lleva la casserole de queso, un platillo de los que hacen voltear a los demás comensales y decir “Quiero lo que ellos pidieron”. ¿Cómo culparlos cuando te ven con un volcán de pan —con embutidos y pimientos incrustados— relleno de fondue de roquefort, manchego y queso crema? Creo que, si fuera queso, me encantaría que me prepararan aquí.