Luego de un viaje a Calpulalpan, Tlaxcala, con la familia Morelos Huerta, que lleva generaciones recolectando insectos en todo el Valle del Mezquital, el Festival de bichos se armó en Antolina, y prepararon platillos inspirados en su visita a Calpulaplan.
Para acompañar a los bichos se juntaron con Molino Pinto, un proyecto que trabaja con maíces criollos de diferentes comunidades; con éstos hacen la masa para las tortillas, los tamales, las tetelas, las infladitas y los otros derivados del maíz.
Y todos estos productos locales, hechos con cariño y cuidado, serán los protagonistas para el Festival de bichos, donde podrás probar chapulines en un taquito con hoja santa y quesillo chinampero; chinicuiles en un taco de chile relleno; cocopaches en chirmole rojo con todo y su tetela; gusanos de maguey en una infladita; hormigas chicatanas para las tlayudas; un tamal de escamoles en salsa borracha, escamoles con tuétano para taquear y, de postre, un sorprendente merengue de chapulines.
Para maridar, se armaron dos cocteles: el Xamu que va con piña, naranja, chile habanero, cocopaches y tequila blanco; y el tenamiqui, hecho con mango, naranja, chapulines, licor de chile ancho y tequila.
Si el consumo de insectos te parece raro, piensa que ha sido una tradición en México desde antes de la llegada de los españoles. De hecho, la entomofagia se describe en el Códice Florentino de Bernardino de Sahagún, donde se mencionan 96 especies de insectos comestibles. Además, los bichos son súper nutritivos (¿proteína en polvo? ¡mejor chapulines!) de hecho, la OMS los recomendó como una solución para los dos millones de personas que padecen hambre en el planeta.
Así que pásale y échate unos bichos. No por nada dicen que todo lo que corre, brinca o vuela, a la cazuela.
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