Me dijeron que había ramen de frijol y con ello evidenciaron la fusión de las culturas japonesa y mexicana. Kiss Kiss es tan coqueto como lo dice su nombre, una nueva adhesión a la cada vez más popular Juárez, en la que, debemos reconocer, ya hay mucha comida oriental.
En este restaurante te reciben tanto para la parranda como para una comida casual. El chef Leonardo Rocha encabeza la cocina, quien ha manejado sartenes en Amaya y Merotoro. De la carta, ton tuna hace que cambies de ojos rasgados a unos muy abiertos: sobre una tostada de won ton yace el atún macerado en agridulce salsa ponzu con puré de frijol; la proteína pasa suave y sobresale con tanta mezcla de sabores. Agudiza tus sentidos para el ramen de frijol: el alioli de los crutones trae fuertes corrientes que se perciben aceitosas pero dejan un gusto aromático.
De fuertes prueba el pulpo parrillado, emplatado con una cama de lentejas braseadas que bien pudieron convertirse en la estrella junto con el puré de coliflor, si el pulpo no hubiese venido con tan buena ejecución. Cuerpo terso y macerado en salsa tonkatsu, esa que el paladar ya se sabe de memoria pero que con pulpo te saca nuevas ideas.
En la barra central hay columpios envueltos en tonos cobrizos y rojizos. De aquí salen tragos creados por Emiliano Palomo (participante de World’s Most Experimental Bartender 2017), brebajes tan llamativos como el neón en las paredes. La experimentación se atraviesa con el bosque de la china: matusalen, frangélico, acidito jugo de limón y una sorpresiva nuez de la india que se queda cremosa en el paladar. Pecado de oyuki, por otra parte, es dulce y rosado, con gin, calpis y puré de lychee.
De Kiss Kiss pueden esperarse muchas cosas, tanto en platillos como en coctelería; su personalidad atrevida no teme ver más allá de lo que dicta una cocina tradicional.